Ahí va uno de esos post que nacen de la mente retorcida de un servidor. En esta ocasión (y a sabiendas de correr el riesgo de herir susceptibilidades) vamos a hablar de Dios… y de sus partes intimas.
Procedo de una generación extraña. Acostumbrada a que los frutsis se abren al revés, a que las abejas se pueden atrapar con bolsas de plástico o a cosas tan extrañas como afirmar que los muñequitos de los Pitufos de noche cobraban vida y mataban niñitos, por mencionar algunas. No es de extrañar, entonces, que quienes vivimos nuestra tierna infancia a finales de los ochenta y principios de los ochenta seamos un tanto diferentes. Por un lado, aun alcanzamos a vivir ese México en el que se podía jugar en las calles toda la tarde y por el otro, formamos parte de una generación a la que los videojuegos, celulares e internet no nos son del todo ajenos. Un hibrido así puede dar como resultado un cumulo de individuos brillantes. Lástima que mis contemporáneos y yo probablemente estemos condenados al infierno. Todo por irrespetuosos.
De todas las religiones, sectas y grupos creyentes, ninguno me causa tanta curiosidad como el de los llamados “Los Testigos de Jehová”. Dicho grupo basa su credo en la creencia del retorno triunfal de Jehová a la tierra para convertirla en un paraíso y salvar a sus verdaderos creyentes. O eso creo, la verdad no estoy muy seguro. Lo importante es que desde que tengo memoria, los sábados es de lo más común verlos recorrer las calles con sus vestimentas elegantes invitando a los vecinos a escuchar la palabra de Jehová, profesarla y alcanzar así la salvación en el momento en el que a éste se le ocurra juzgarnos.
Aunque soy católico (disqué) las veces que me los he encontrado he sido respetuoso con ellos, he sido testigo de cómo en innumerables ocasiones han sido rechazados. El peor fue un vecino que tenía sus copas de más, al ser visitado por los Testigos de Jehová este salió de su casa y les respondió con la pintoresca y mexicanísima frase: ‘¿qué pedo?' Aun ahora sufro de ataques de risa al recordar la cara de aquellas respetables señores al escucharlo. A mi mente llegan mis años en la primaria en los que tanto mis compañeros como yo nos referíamos a los Testigos como ‘Los testículos de Jehová’. Antes me causaba gracia pero no tanta como ahora. Analicemos el término detenidamente. ¡Es una herejía! Porque, osea, nos estamos refiriendo a Dios, al creador omnipotente de todo lo existente, aquel ser perfecto cuya voluntad rige el Universo ¿y qué hacen un grupo de escuincles? ¡burlarse de sus partes íntimas! En mis tiempos el nombrecito ese era todo un éxito. No había amiguito o compañero de mi edad que no lo conociera y peor aún, que no hiciera algún tipo de mofa.
Pareciera que nadie respeta a los Testículos (perdón, testigos) de Jehová y eso es lo preocupante. No sólo porque en una sociedad debe imperar el respeto a las creencias y a cualquier grupo de personas, sino porque ¿y si tienen razón? ¿qué tal si un día a Jehová le da por bajar del Reino de los Cielos y castigar a todos sus hijos malcriados que se burlaron tanto de sus Testigos como de sus testículos? ¿acaso tendrá piedad de una generación que, como dicen por ahí, ‘no sabía lo que hacía'?. Mi consuelo es que si a Jehová le da por mandarme al infierno no me iré solo. Junto conmigo vendrán cientos de personas de mi edad. Si tú que lees esto tienes entre los 20 y 30 años muy probablemente sufrirás en el fuego eterno junto conmigo. Si en cambio eres un Testigo de Jehová, despreocúpate, terminarás en el paraíso acompañado de otras tres personas.
La verdad me siento medio culpable por haber escrito esto. Carece de lógica, ética y respeto. Pero como ya he dicho en otras ocasiones, lo hice porque estoy seguro que Dios tiene tan buen sentido del humor, que hasta gracia le causo… espero.
(toco madera)
Procedo de una generación extraña. Acostumbrada a que los frutsis se abren al revés, a que las abejas se pueden atrapar con bolsas de plástico o a cosas tan extrañas como afirmar que los muñequitos de los Pitufos de noche cobraban vida y mataban niñitos, por mencionar algunas. No es de extrañar, entonces, que quienes vivimos nuestra tierna infancia a finales de los ochenta y principios de los ochenta seamos un tanto diferentes. Por un lado, aun alcanzamos a vivir ese México en el que se podía jugar en las calles toda la tarde y por el otro, formamos parte de una generación a la que los videojuegos, celulares e internet no nos son del todo ajenos. Un hibrido así puede dar como resultado un cumulo de individuos brillantes. Lástima que mis contemporáneos y yo probablemente estemos condenados al infierno. Todo por irrespetuosos.
De todas las religiones, sectas y grupos creyentes, ninguno me causa tanta curiosidad como el de los llamados “Los Testigos de Jehová”. Dicho grupo basa su credo en la creencia del retorno triunfal de Jehová a la tierra para convertirla en un paraíso y salvar a sus verdaderos creyentes. O eso creo, la verdad no estoy muy seguro. Lo importante es que desde que tengo memoria, los sábados es de lo más común verlos recorrer las calles con sus vestimentas elegantes invitando a los vecinos a escuchar la palabra de Jehová, profesarla y alcanzar así la salvación en el momento en el que a éste se le ocurra juzgarnos.
Aunque soy católico (disqué) las veces que me los he encontrado he sido respetuoso con ellos, he sido testigo de cómo en innumerables ocasiones han sido rechazados. El peor fue un vecino que tenía sus copas de más, al ser visitado por los Testigos de Jehová este salió de su casa y les respondió con la pintoresca y mexicanísima frase: ‘¿qué pedo?' Aun ahora sufro de ataques de risa al recordar la cara de aquellas respetables señores al escucharlo. A mi mente llegan mis años en la primaria en los que tanto mis compañeros como yo nos referíamos a los Testigos como ‘Los testículos de Jehová’. Antes me causaba gracia pero no tanta como ahora. Analicemos el término detenidamente. ¡Es una herejía! Porque, osea, nos estamos refiriendo a Dios, al creador omnipotente de todo lo existente, aquel ser perfecto cuya voluntad rige el Universo ¿y qué hacen un grupo de escuincles? ¡burlarse de sus partes íntimas! En mis tiempos el nombrecito ese era todo un éxito. No había amiguito o compañero de mi edad que no lo conociera y peor aún, que no hiciera algún tipo de mofa.
Pareciera que nadie respeta a los Testículos (perdón, testigos) de Jehová y eso es lo preocupante. No sólo porque en una sociedad debe imperar el respeto a las creencias y a cualquier grupo de personas, sino porque ¿y si tienen razón? ¿qué tal si un día a Jehová le da por bajar del Reino de los Cielos y castigar a todos sus hijos malcriados que se burlaron tanto de sus Testigos como de sus testículos? ¿acaso tendrá piedad de una generación que, como dicen por ahí, ‘no sabía lo que hacía'?. Mi consuelo es que si a Jehová le da por mandarme al infierno no me iré solo. Junto conmigo vendrán cientos de personas de mi edad. Si tú que lees esto tienes entre los 20 y 30 años muy probablemente sufrirás en el fuego eterno junto conmigo. Si en cambio eres un Testigo de Jehová, despreocúpate, terminarás en el paraíso acompañado de otras tres personas.
La verdad me siento medio culpable por haber escrito esto. Carece de lógica, ética y respeto. Pero como ya he dicho en otras ocasiones, lo hice porque estoy seguro que Dios tiene tan buen sentido del humor, que hasta gracia le causo… espero.
(toco madera)
5 comentarios:
Buenas Gabrielito, pues es que la forma puede que sea... es lo menos ofensiva posible, pero el contenido sí merece el castigo del fuego eterno, si yo que soy princesa castigaría a alguien por mofarse de mí ó de mi familia, imagináte a Dios, que está hasta por encima de mí (en Céfiro también somos católicos), pues hasta yo muestro temor a El.
Pero bueno, mirá, tu post se trata de Jehová (acá no existe), otro Dios, es de quien hablás, y no sé si también castigue. Aunque creo que más bien hablás de Jesús, entonces hay que tener algo de respeto, más bien todo el respeto.
Bueno, pero espero que Jesús ( y también Jehová) tenga sentido del humor y no los castigue. Aunque también siendo unos nenes, ojalá y Dios no haya tomado muy en cuenta sus ofensas. De todas formas ponganse a rezar para la salvación de sus almas.
Revisá tu mail que te mandé un regalo de cumpleaños.
Te saludo y me despido
Atentamente:
Jessie, la primera
Por cierto, quiero saber qué es un güey.
què hijo de puta.
tu inteligencia me apasiona
Yo no tengo 30 pero a mis 51 admiro esta capacidad que tenès de escribir esto
matarme de la risa
que encima tengas razòn
y terminar con un
" toco madera"????????
GENIOOOOOOOOOOOOO
uchalas!!
tons si, el infierno será tan grande como para dar cabida a todos los que nos hemos burlado de una u otra forma de las creencias de los demás?
a mi me da igual, pero no me gusta estar apretada, jeje
jessie: supongo que Dios no se toma todo tan en serio. el regalo, por cierto, no se ve al abrir el correo y la palabra 'güey' tiene tantas asepciones que me resulta dificil definirlo, pero en el contexto de mi post, es algo así como 'tipo'.
mariel: me quito el sombrero ante tu comentario que simplemente no merezco.
karla: entonces por allá nos vemos jajaja, si llego antes te aparto un lugar apartado de la muchedumbre.
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