sábado, 25 de abril de 2009

Mi ciudad, la gripe porcina y yo


Peligroso. No aconsejable. Pero también atrayente. Así fue salir este día a las calles de la Ciudad de México y recorrerla, sentirla rara. Al menos hoy, vivir aquí equivale a estar en medio de una película de ciencia ficción con un guión un tanto exagerado. Lo cierto, es que los habitantes de esta urbe estamos en medio de un raro brote epidémico de gripe porcina.

No importa cuántas veces se piense que aquí ha pasado de todo. Siempre hay algo más. De nuevo la capital mexicana se salta la barrera de lo imposible para entregarnos, una vez más, un escenario sui generis. Al menos un servidor no recuerda algo así. La velocidad con la que se han suscitado hace que la situación sea aun más inverosímil. No tiene ni una semana de que se reportaron los primeros casos de influenza en algunos hospitales de la Ciudad. El martes la cantidad de casos iba en aumento. Para el miércoles la situación ya era preocupante. Ayer jueves, por la noche, se anunció la suspensión de clases en las escuelas y universidades de todos los niveles en el Distrito Federal y se decretaron medidas de prevención en la población. El viernes, se anunció que el brote epidemiológico no es de influenza, sino de un extraño virus mutante llamado Gripe porcina.

Para quienes estamos en esta ciudad, las últimas horas han sido una locura. Intenso tráfico automovilístico en algunas zonas, en otras, calles desoladas. Mensajes a la nación por parte del Presidente y de distintas autoridades competentes. Decenas de personas con cubre bocas (los cuales, se agotaron en tiendas y farmacias), un ambiente de preocupación en el ánimo capitalino, horas y horas de programas dedicados a la problemática en la radio y televisión. Conciertos, museos, cines, partidos de futbol, teatros… todos suspendidos hasta nuevo aviso. Los centros de salud atiborrados, paranoia en algunos casos, incredulidad en otros. En resumen, las cosas distan mucho de ser comunes.

Escribo estas líneas y aparentemente van 1002 personas contagiadas en todo el país. Las cantidades del número de contagios y decesos a causa de la gripe porcina varían a cada instante. Lo mismo sucede con las versiones del origen del virus. Que si procede de un turista canadiense, que si surgió en el continente asiático, que si los primeros casos se reportaron hace unos meses en Estados Unidos. A estas alturas los síntomas son por todos conocidos: temperatura de más de 39 grados, tos seca, secreción nasal, intenso dolor de cabeza. Quizá esta sea la causa de que inevitablemente, uno termine sugestionándose. Al menos en mi caso, varias veces me he sorprendido exagerando y sintiendo que he caído preso de la epidemia. Por más que siga las instrucciones de no saludar a los demás ni de beso o mano, evite los lugares concurridos, me lave las manos continuamente y en general estoy evitando salir de casa, la idea de que el lugar en donde vivo está en medio de una crisis epidemiológica simplemente me inquieta.

Un virus nuevo, poco estudiado y sin vacuna. La amenaza de una pandemia no es descabellada. No existe un periodo determinado que nos diga cuando podía solucionarse del todo. Para un narrador situaciones así son irresistibles. Salir de la rutina y caer en lo extraordinario. Palpar con nuestros sentidos lo que bien podrían ser las líneas de una novela. Disfrutar, a pesar de los pesares, los múltiples escenarios que una contingencia así va generando.

La Organización Mundial de la Salud ha externado su preocupación, y en cientos de sitios noticiosos de internet se pueden leer las diversas reacciones que la opinión mundial ha generado en diferentes países. Lo extraño es que uno está aquí, en medio del epicentro. Y aun así, hasta en las crisis los mexicanos somos pintorescos, únicos. Los chistes sobre la situación no se han hecho esperar y a pesar de la falta de experiencia de la población en casos así, la reacción de las personas ha sido muy aceptable. Hay preocupación, sí, pero también hay calma y optimismo. La información oportuna ha hecho que la Ciudad camine y que contrario a lo que muchos medios manejan en el extranjero, México está en calma.

Y en esas andamos, escribiendo sobre lo que sucede, dándole sentido a esto de narrar lo increíble para entenderlo. Nos estamos leyendo. Desde la Ciudad de México, Gabriel Revelo. (Me sentí corresponsal de guerra).

6 comentarios:

Jessie dijo...

Sí, oí de eso, ó más bien, lo leí en otra libreta de un paisano tuyo.

Lo único que podemos hacer es no ir a la Tierra por un tiempo, mi papá iba a ir, pero ya no, porque que tal si se trae el virus a Céfiro, sería malo.

Ojalá y no te contagies.

Cuidate, OK?

Te saludo y me despido

Atentamente:
Jessie, la primera

Jessie dijo...

Y lo de tu regalo, voy a mandartelo otravez, para ver si ahora sí se puede ó no.

Te saludo y m despido, otravez.

Atentamente:
Jessie, la primera

Jessie dijo...

Ya te lo mandé, revisá tu mail, puede ser?

Te saludo y me despido

Atentamente:
Jessie, la primera por tecera vez

Cuenta cuentos dijo...

uFF QUE FUERTE , SI ESCUHE EN LAS NOTICIAS DE ESO . dESEO NO LLEGUE A MÁS PRONUNCIACIÓN .-

soleil dijo...

me tube que saltar la parte de los sintomas porque con lo hip[ocondriaca que soy no me conviene...

en fin, cuidate mucho! sigue todo lo posible para proteccion, y ruego que pronto pase esta epidemia que tanto mal anda causando, y ojala que Mexico siga calmado y en buen animo, que asis e ganan guerras!

cuidate muuucho!!! y mantenganos informados porfavor!

gabriel revelo dijo...

jessie: gracias por tus deseos y por el regalo. llegó bien. en cuanto pase toda esta locura lo coloco en el blog.

pam: gracias... toda la sociedad mexicana está haciendo hasta lo imposible por plantarle cara a esta situación.

soleil: gracias, de cualquier manera saldremos de esta. por supuesto, me cuidaré mucho.