martes, 15 de abril de 2008

Allá, dónde siempre puedas reír

Miguel Galván:

Confieso que pensé mucho sobre escribir o no estás líneas para ti. No quiero faltarle el respeto a tu memoria, ni a la gente a la que realmente éste día les duele en lo más profundo del alma, pero la necesidad que siento de hablar de ti y de éste sentimiento extraño que me invade es tan fuerte que me es imposible contenerlo.

Aunque sabía que llevabas días en el hospital. La noticia de tu muerte, al igual que a muchos, me cayó por sorpresa. Quizá sea una apreciación tonta, pero lo último que uno se imagina es que la gente como tú sufra o sea tocada por la muerte. Las personas que se dedican a tu noble labor nos tienen mal acostumbrados a ver en ustedes el remedio al tedio, la solución a los problemas, el alivio para el alma. Escribir de la muerte de alguien dedicado a hacer reír nunca será fácil.

Sin pena me cuento entre los miles a los que alguna vez le arrancaste una carcajada. Con cualquiera de tus personajes siempre engalanabas los programas de televisión en los que participabas y que tanto me gustaban. Cerré mis ojos, con toda claridad pude recordar alguna de tus intervenciones en televisión y como era de esperarse una risa escapo de mis labios Antes no me lo había planteado, pero hoy reconozco cierta admiración de mi parte hacia ti: tan sólo con tu enorme talento como llave, supiste abrirte la puerta ya no de la fama o el éxito, sino del cariño del público. Sin ser guapo ni agraciado (perdona mi impertinente honestidad en momentos como éste) los que te conocieron dicen que tenías un gran corazón, lleno de positivismo y que sabía ser un gran amigo.

Mi único contacto contigo fue hace cuatro años. Grababas “La Hora Pico” en uno de los foros de Televisa San Ángel y me pareció admirable la pasión que le dedicabas a tu arte. Suponer que ese recuerdo, y el milagro de arrancarme un par de risas deberían ser suficientes para justificar esta carta improbable. Y sin embargo, querido Miguel, tu muerte me ha pegado por más razones que la simple admiración. Para empezar, la enfermedad que te arrancó la vida fue la misma que hace cinco años me quitó a mi Papá. Por lo tanto, adivino lo desgastantes que debieron haber sido tus últimos meses de vida y que paradójicamente, incrementan el valor de tus esfuerzos por portarte estoico y anteponer, como siempre, tus ganas de hacer que fuera tu público, y no tú, quien olvidara por medio de risas sus problemas cotidianos.

No sé que tan mal gusto haya en que por televisión hicieran enlaces desde la funeraria en la que se velaba tu cuerpo, pero debes de estar muy orgulloso de que toda la familia de la comedia y el humorismo en México se encontrarán reunidos sin más objetivos que el de rendirte un tributo y recordar tu calidad humana. Verlos llorar o con el rostro inundado de tristeza me rompió el corazón. Te confieso que además de simpatía, siempre he sentido inclinación por la comedia y el arte de hacer reír. En parte por eso estudie Comunicación, y también en parte por eso, cuando la vida se me complica, suelo imaginarme que estoy en medio de un programa de comedia y entonces las cosas se ven de mejor forma. A la vida no hay que tomársela tan en serio pues si no esta pierde su verdadero sentido.

Lo extraño es que la gran mayoría de los comediantes, fuera del escenario, son personas un tanto introvertidas y tímidas que no explotan hasta estar caracterizadas o frente a un público. ¿Y sabes?, yo soy así. A ratos puedo parecer alegre o verle lo gracioso a todo. Puedo escribir y aparentar ser algo que no soy.... pero entonces, cuando estoy sólo yo, sin disfraz o personas ante las cuales mostrar mi verdadera careta, suelo ser bastante solitario. Decían que detrás de tu soledad había una gran ternura.

En ti vi un espejo y me reflejé.

Me sigue conmoviendo el que te hayas ido. Descansa en paz ahí dónde estés. Gracias por las risas, ahora es tu turno.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

TE FELICITO POR ESTE ESCRITO ME LLEGO AL CORAZON. COMO EN LA VIDA NO TODO ES RISA TAMBIEN ES BUENO ABRIR LOS OJOS ANTE LA MUERTE PARA ASI DISFRUTAR AL MAXIMO A TODOS LOS SERES Y TE INCLUYO A TI. GRACIAS POR ESTE Y TODOS TUS ESCRITOS.

Jorge dijo...

Te recomiendo que leas Suicidios ejemplares de Enrique Vila-Matas, allí hay un cuento de un comediante, cuando lo leí pensé en éste hombre y en Capulina.

Eres sensible a las cosas cotidianas, quizá ya perdí esa capacidad de asombro porque la lectura me absorbe mucho tiempo, y ver eso me parezca perder el tiempo, prefiero leer a Milorad Pavic o a Marina Tsvietáieva, quizá tomarme verlo me haga tomar la vida un poco relajada.

Gracias por escribir en mi blog.

gabriel revelo dijo...

anónimo: gracias por tu visita y más por tu comentario. concuerdo contigo, aunque sabes, yo soy de la idea de que a este mundo se viene, sobre todo, a reír y ser feliz.

jorge: ya tomé nota de tu recomendación, un día de estos lo leeré. curioso, creo que la sensibilidad me la da la lectura. amo leer, pero los programas de comedia también. decían por ahí que 'la vida misma es un motivo para reír'... ¡saludos!

Kiddo dijo...

Unico comentario al respecto: "Dios,¿Porque te llevas a los chidos y dejas a tantos ojeis?"