sábado, 5 de abril de 2008

Alfred E. Newman y Don Ramón, un sábado

Si bien, quedarse un sábado por la tarde en su casa para muchos es casi un pecado mortal, habemos quienes lo hacemos bastante a menudo. No por gusto, sino porque a si se nos va organizando la vida. Resulta patético que hoy (un maldito sábado) no tenga absolutamente nada que hacer, lo curioso es que entre semana siempre tengo los días atiborrados de actividades. Saber que esto sucede cuando tengo libre sábado y domingo es tantito peor. Siempre me pasa, cuando tengo que trabajar en fin de semana se me juntan varias fiestas y salidas el mismo día. Seguramente el maldito calendario me odia.

Rara vez lucho cuando un sábado aburrido como éste me atrapa. Suelo dejarme llevar y esperar a que ocurra algo que me saqué de mi casa o en el peor de los casos, que los minutos corran más rápido de lo habitual y conviertan al peligroso sábado en un apacible domingo. Total, nunca nadie te verá como bicho raro si se entera de que a causa de la flojera te quedaste en casa todo el domingo.

Hoy fue un tanto diferente. En cuanto percibí que mi sábado tenía todos los síntomas para convertirse en un ‘homenaje al bostezo’ decidí salir de mi casa cuanto antes, como con ganas de que la noche llegue más temprano de lo habitual. Atravesé la ciudad (curiosamente una odisea, si consideramos que vivo en la más grande del mundo) y llegué hasta el Panteón en el que está enterrado mi papá. Una hora después, antes de emprender el camino de regreso pensé que sería buena idea detenerme en una tiendita para comprarme unas papas y una Coca Cola bien fría para el camino. Antes de volver al auto fijé mi atención en el puesto de revistas que se encontraba afuera de la tienda. Titulares de periódicos deportivos, tabloides de chismes, publicaciones del corazón y en una esquina, como escondiéndose, la revista MAD.
No se trataba de la publicación gringa sino de la mexicana que lleva varios años siendo editada en México. Odiada y amada por muchos, la revista MAD y su irónico contenido jamás pasará desapercibido. No recuerdo exactamente mi edad, pero rondaba los ocho años cuando comencé a pedirle dinero a mis papás para comprarme la MAD cada que la veía. Aunque era la versión en inglés y obviamente no entendía nada, me hacía sentir malo y trasgresor el ver los dibujitos burlones y las ingeniosas portadas en las que un niño pecoso parodiaba desde posters de películas hasta momentos históricos. Con el tiempo fui aprendiendo un poco más de inglés y los chistes de la revista se me fueron revelando como un tesoro. Comprendí que aquellas caricaturas, más ingeniosas de lo que en un principio creí, se estaban volviendo una adicción e hice todo lo posible porque el vicio creciera más y más: me compré el juego de mesa oficial, juntaba estampitas de las portadas, conseguí el juego de Nintendo de Spy vs. Spy... Imagínense mi conmoción cuando descubrí que mi adorada revista tendría su versión azteca.

La obsesión me duró un año. Religiosamente compraba y devoraba mi ejemplar de MAD México. Aprendía los chistes y corría a decírselos a mis amigos. A veces entendía el contenido, a veces no, pero eso era lo de menos. Después, no sé si fue mi llegada a la Prepa o que por primera vez en mi vida caí preso del encanto de una mujer, pero así como llegó la obsesión por la revista MAD se fue, y aunque ocasionalmente releía alguno de mis viejos números o llegaba a hojear algún ejemplar, dejé de seguirle la pista a las locuras de Alfred E. Newman (el personaje pecoso y chimuelo de las portadas).

Volviendo a mi deprimente sábado, les contaba que ante mis ojos apareció la revista MAD y a penas vi su portada decidí comprarla. ¿Cuántas veces han visto una revista y se han reído como locos con la portada?... de seguro muy pocas; por eso, en cuanto vi que la tapa de la revista parodiaba la carátula del libro de pensamientos ‘Dulce Amargo’ de Dulce María (sí, la cantante de RBD) no lo dudé un instante. Minutos después atravesaba de nuevo la ciudad, comiendo papitas, tomando refresco (ya saben, la seguridad es primero) y deseando poder estar ya en casa para reencontrarme con mi ex-revista favorita. No suelo hacerlo pero una vez más voy a ventilar mi vida privada: si por algo esa ingeniosa portada me dio tanta risa, es porque yo tengo el ‘Dulce Amargo’ de Dulce María. No, no es broma, ni tampoco algo de lo que me sienta profundamente orgulloso, pero qué quieren, me ganó la curiosidad de ver cómo escribe una de las RBD. Ya en otra ocasión les daré mi punto de vista sobre los talentos literarios de Dulce María, sólo les diré que ni es tan mala como muchos piensan, pero tampoco la heredera de Octavio Paz (Dios me perdone por tal blasfemia).

Tenía pues, prisa por reconciliar cuanto antes mi amorío con la revista MAD, pero también un hambre vestial que me llevó a un McDonald´s. Sí, ni lo digan, mi alimentación deja mucho que desear. Hacía cola para pedir cualquier cosa cuando de nuevo mi atención se vio secuestrada por la fuerza del consumismo: en la Cajita Feliz estaban dando muñequitos de los personajes de La Vecindad del Chavo. ¡Y yo que también soy bien fan de Chespirito y compro cuanta cosa sale de él y sus personajes!. La colección consta de seis personajes: El Chavo, La Popis, Quico, Doña Florinda, El Profesor Jirafales y Don Ramón. (Éste último era el que estaban dando). Los juguetitos estarían bien bonitos si no fuera por unas manotas que les pusieron (quesqué para poder sujetarlos unos con otros) y que los hacen ver extraños. De todos modos el daño estaba hecho y mi obsesión por coleccionarlos ya tenía carácter de irrevocable.

Llegué al mostrador y pedí un ‘Junior Pack’ (como una cajita feliz pero para adolescentes). Me dijeron que ya no tenían más que Cajita In-Feliz me puse de mal humor ¿qué persona de más de diez años se llena con la mini-hamburguesa, las mini papas a la francesa y el mini refresco que incluye la Cajita In-Feliz?. Después de rogarle y sonsacar al púber cajero conseguí que en la compra de un Mc Trío Grande más diez pesos me diera el añorado figurín de Don Ramón. El problema no es que tendré que regresar al McDonald´s otras cinco veces hasta completar una colección que en unos meses terminará guardada en una bolsa debajo de mi cama, o que debido a tan nutritiva dieta me pondré bien gordo. El meollo del asunto es que siempre acabo comprando cuanta chucheria se me cruza en el camino. Desde discos, muñequitos, revistas, libros. Si algo me gusta y traigo dinero, es cuestión de tiempo para que aquel objeto pasa a formar parte de mi colección particular. Que importa si luego me estaré arrepintiendo por dejar volar el dinero de una forma inútil, cualquier cosa es mejor que la idea de ‘pude habérmelo comprado y lo dejé ir'.

Chin, creo que estoy bien dañado.

Hoy fue una revista Mad y un Don Ramón, mañana ya veremos qué. Ahora que pensándolo bien, el verdadero problema es que sea sábado en la noche y yo me encuentre en mi casa, escribiendo sobre mis ridículas compras. O me falta salir más, o una novia, o las dos cosas.

5 comentarios:

Alviseni dijo...

jjaja. se ve muy chistoso ese ron damón. cuando tengas la colección completa le tomas una foto a lo monitos y luego la posteas!

yo tengo colecciones de álbumes, de tazos, desde los primeros que salieron, pero se me perdí un megatazo...sigh.

yo nunca he leido la revista mad, está buena?


nos leemos

Alviseni dijo...

por cierto, dios te podrá perdonar tal blsfemia, pero octavio paz no, jaja

Jorge Atarama dijo...

Que buena lo de la cajita infeliz, así nos atrapa la sociedad de consumo consumiendo y viendo que se puede dar a consumir o mejor dicho negocio. No sé pero todavía recuerdo tu promesa de casarte, con ello no tendrás más sábados aburridos al menos discutirás con alguien que hacer.

Delirio dijo...

A través de la búsqueda de lectores de la Insoportable Levedad del Ser, ayer di con tu Blog. Si con esto ya tenías mi simpatía obtuviste bonus extras con la preferencia de los Amantes del Círculo Polar, dicho sea de paso una de mis Pelis Favoritas.
Debo confesarte que me ha resultado adictivo leer tus entradas, ya que estoy encantada con tu sentido del humor, con tu sensibilidad y transparencia para escribir. Como verás ya tienes una nueva admiradora.

P.D. No puedo creer que te sientas viejo a los 25 años, me imagino que eso me coloca en la categoría de momia a mis 31.

gabriel revelo dijo...

alvi: la revista mad es buena si tienes un sentido del humor acido y un buen sentido de irreverencia. por momentos es estupidisima y otras brillante... dale la oportunidad.

jorge: ja ja, es cierto, ¡¡¡¡mi promesa de casarme!!!!, creo que lo haré con una cajita feliz.

deli: honestamente y de corazón, gracias por tus comentarios... me agrada que te guste lo que has leído. bienvenida y espero que siempre te la pases muy bien por aquí.