Soñar despierto es como tomar esteroides. Uno se siente más fuerte, más saludable y hasta se ve mejor, aun a sabiendas de que esas sensaciones de grandeza son en realidad, un espejismo barato, mentiras mal disfrazadas de verdades a medias que en el interior ni nosotros mismos nos hacemos el favor de creer.
Cuando se sueña despierto jamás se descansa pues no se está ni dormido; además, se pierde el tiempo, y con ello la vida, pues mientras la realidad transcurre rápida y ágilmente, el soñador insomne se empeña en vivir condenado por gusto a la repetición simultanea y eterna de eventos que ya fueron, o escenarios ideales que difícilmente la realidad nos concederá.
Sin embargo, soñar despierto tiene el encanto de tener una lámpara sorda en medio de la oscuridad del más tétrico de los bosques: Romper con luz las tinieblas. ¿Qué importa si aquella luminosidad es artificial, o si de antemano sabemos que en cuanto se acaben las baterías volveremos a las penumbras?. Solo un analgésico para disfrazar las dolencias, más no para desaparecerlas.
En mi adolescencia, cuando no encontraba mi lugar ni en la escuela ni en la vida, cuando no sabía quién diablos era y me sentía abrumadoramente pequeño con respecto al resto de los bravucones que me rodeaban me daba por encerrarme en mi cuarto y soñar despierto por horas. Imaginaba que era grande y de la nada ponía en orden mi vida. Me veía aceptado, enamorado, capaz de decirle a quienes me veían como bicho raro que se fueran al diablo. Lo extraño era que todas esas cosas ni las conocía, pero la misma añoranza me hacía imaginar lo que era, por ejemplo, estar perdidamente enamorado y ser capaz de retar al mundo por alguien más. Con el tiempo fui despertando para comprobar, aun con lagañas en los ojos, que soñar despierto solo nos sirve para mirar lo cruel y simple que es la verdad. Ahora que escribo, quizá lo hago porque sigo durmiendo con los ojos bien abiertos, y la percepción de que la ficción es mil veces más creíble sigue intacta.
Si bien conservo el vicio de soñar despierto, ya no lo hago tan seguido. Se supone que a mi edad, las personas normales no fantasean, sino actúan. Pues los adultos, con su enorme poder de decisión, adquisitivo y de albedrío pueden hacer lo que les venga en gana. Aceptando que soy un inmaduro, trato de ya no soñar despierto, aunque a veces caigo vencido, como el jueves pasado, cuando bastó un pequeño acontecimiento para hacerme volver a la adicción de fugarme de la realidad.
No sé, ni podría precisar que fuerza o razón incomprensible fue la que me llevó a prender esa noche la computadora. Tres horas antes había revisado mi correo y leído un par de blogs. Tenía sueño y un par de horas más de desvelo, se transformarían en somnolencia y ojeras al otro día. Tampoco sé por qué la primera página que abrí al acceder a Internet fue el Hi5 y no otra de las decenas de páginas frecuento. Apenas tecleé mi contraseña y abrí mi cuenta apareció ella, como un fantasma que por lo inesperado, más que asustar sorprende y paraliza.
El Hi5 me ha metido en problemas, me ha conseguido salidas con personas que ni conocía, reencuentros con gente que no veía hace años y la posibilidad de conocer a más personas. Sin embargo, esa noche de jueves cualquier expectativa fue rebasada por ver la invitación de ella para agregarla como parte de mis contactos
- Disculpa, por lo tanto, querida Karla, que escriba tu nombre. Si te mantienes firme a tu palabra, no tendrías que leer nunca estas palabras pues se supone, para ti yo no existo. Así que desde la comodidad que da el que tú seas sorda a mis palabras, podré pedirte una explicación que me aclare la mente y me permita quitarme todas esas nubes que desde el jueves hasta hoy, nublan mi vista y me impiden ver con claridad.
Fueron unas cinco veces las ocasiones en que te mandé la invitación para que fueras parte de mis contactos. Mismo número de veces que no te dignaste en responder. Al ver que efectivamente, tu sí hiciste como si nunca me hubieras conocido, desistí de seguirte buscando; y aunque sí, a veces por mera curiosidad entraba a tu perfil a ver tus fotos y como iba tu vida, descarté por completo la idea de tan siquiera establecer la más mínima de las comunicaciones contigo.
Por eso me sorprendió que años después fueras tú la que me agregabas. Revisé una y otra vez tu nombre, tarea inútil y hasta cierto punto estúpida si tomamos en cuenta que ahí estaba tu foto. Ojos azules, expresión agradable, porte sencillo y piel blanquísima. En la imagen sonreías, o más bien me sonreías, por eso inmediatamente baje la guardia, por eso, ni tardo ni perezoso me apresuré a dar clic en el botón que además de hacerte parte de mis contactos, te acercaba un poquito a mi vida. A esa de la que un día fuiste el centro y eje motor de cientos de poemas.
Mejor que nadie sabes que te quise a rabiar. Mejor que nadie sabes que nuestra historia de amor (si es que puede llamarse así, porque a veces me da la impresión de que fue todo menos eso) fue inconclusa y caótica, que hemos sido, quizá, los novios más extraños en la historia de las relaciones de parejas; y que insisto, igual y lo que tuvimos ni a noviazgo llegó. Lo difícil, pues, no era el saber lo mucho que me consumí de amor por ti, sino el ignorar lo que yo fui en tu vida, sospechando que en el proceso, no hubo ni tantito amor de tu parte.
Por eso comprenderás que al verte en el monitor de mi computadora fue inevitable llenarme la cabeza de ideas. ¿Y si quiere ser mi amiga otra vez?, ¿y si pensó, al paso de los años, mejor las cosas?, ¿y si se equivocó y me agregó por error?, ¿y si se siente sola y necesita con quien platicar?. ¿y si siente curiosidad por lo que hoy es mi vida?, ¿y si esta noche de jueves no duermo y mejor me dedicó a pensar en ella?. Eso último fue lo que hice.
Hacía mucho que no pensaba en ti, al menos no con esa intensidad. Sabía que soñar despierto me haría daño, pero no me importó. Pasé buena parte del viernes y el sábado fabricando intrincadas teorías de tu regreso (virtual, pero regreso al fin y al cabo) a mi existencia. Imaginé la historia del amor más grande, en el que los protagonistas terminan mal, dejan de verse al salir de la Universidad y después, de la nada, se encuentran unidos por el destino y porque hay veces que de la pasión uno simplemente no puede huir. Me imaginé invitándote a tomar un café, caminando por algún parque de la ciudad, viendo alguna película en el cine. Dos días en los que pensé en mandarte algún mensaje, dejarte un comentario en tu perfil, algo gracioso y con tintes espontáneos, que en lugar de hacerme ver ilusionado por ti me diera más bien la facha de un viejo amigo despreocupado y agradable.
El domingo me decidí a mandarte un pequeño mensaje que tardé como diez horas en redactar. No eran más de dos renglones, pero en ellos puse todo el cuidado de ser lo que tú, sospechaba, querías en esos momentos. Además, entre las líneas de ese mensaje casualisimo, venía implícita y temblorosa la idea de que de pedírmelo, volvería a poner a tus pies todo lo que en algún momento he sido.
Ya dentro de mi cuenta de Hi5 entré a mis contactos y de ahí a la letra K. No estabas. Haciéndome el idiota volví a entrar y confirmé que efectivamente, ya no aparecía ni tu nombre, ni tu foto sonriendo; mucho menos, la posibilidad de tu regreso. Entonces lo comprendí todo Karla, seguramente agregaste a un grupo de contactos y sin darte cuenta me incluiste en ellos, al ver tu error me borraste y por eso, ni yo aparezco en tus contactos, ni tú en los míos. Para terminar de torturarme, entré a tus fotos y descubrí que en una de ellas besabas en la boca a otro sujeto. Y, ¿cómo decírtelo?, fue el acabose y peor final a mis enquencles aspiraciones.
No sólo fuiste tú la que detonó que los fantasmas volvieran cuando los creía erradicados, también fueron otros encuentros, otras personas, otras señales, las que me hicieron darme cuenta lo malo que es soñar despierto cuando no se sabe muy bien que las casualidades a veces vienen disfrazadas de fantasía. Tu fugaz regreso no terminó en nada y yo sigo aquí, a casi una semana, con los sentimientos revueltos no porque te ame, sino porque me trajiste de vuelta un pasado que no sé ni por dónde resucitar y sin el cual, me siento incompleto y con la cabeza llena de nubes.
Tan nublado está que no veo ni para dónde voy.
Cuando se sueña despierto jamás se descansa pues no se está ni dormido; además, se pierde el tiempo, y con ello la vida, pues mientras la realidad transcurre rápida y ágilmente, el soñador insomne se empeña en vivir condenado por gusto a la repetición simultanea y eterna de eventos que ya fueron, o escenarios ideales que difícilmente la realidad nos concederá.
Sin embargo, soñar despierto tiene el encanto de tener una lámpara sorda en medio de la oscuridad del más tétrico de los bosques: Romper con luz las tinieblas. ¿Qué importa si aquella luminosidad es artificial, o si de antemano sabemos que en cuanto se acaben las baterías volveremos a las penumbras?. Solo un analgésico para disfrazar las dolencias, más no para desaparecerlas.
En mi adolescencia, cuando no encontraba mi lugar ni en la escuela ni en la vida, cuando no sabía quién diablos era y me sentía abrumadoramente pequeño con respecto al resto de los bravucones que me rodeaban me daba por encerrarme en mi cuarto y soñar despierto por horas. Imaginaba que era grande y de la nada ponía en orden mi vida. Me veía aceptado, enamorado, capaz de decirle a quienes me veían como bicho raro que se fueran al diablo. Lo extraño era que todas esas cosas ni las conocía, pero la misma añoranza me hacía imaginar lo que era, por ejemplo, estar perdidamente enamorado y ser capaz de retar al mundo por alguien más. Con el tiempo fui despertando para comprobar, aun con lagañas en los ojos, que soñar despierto solo nos sirve para mirar lo cruel y simple que es la verdad. Ahora que escribo, quizá lo hago porque sigo durmiendo con los ojos bien abiertos, y la percepción de que la ficción es mil veces más creíble sigue intacta.
Si bien conservo el vicio de soñar despierto, ya no lo hago tan seguido. Se supone que a mi edad, las personas normales no fantasean, sino actúan. Pues los adultos, con su enorme poder de decisión, adquisitivo y de albedrío pueden hacer lo que les venga en gana. Aceptando que soy un inmaduro, trato de ya no soñar despierto, aunque a veces caigo vencido, como el jueves pasado, cuando bastó un pequeño acontecimiento para hacerme volver a la adicción de fugarme de la realidad.
No sé, ni podría precisar que fuerza o razón incomprensible fue la que me llevó a prender esa noche la computadora. Tres horas antes había revisado mi correo y leído un par de blogs. Tenía sueño y un par de horas más de desvelo, se transformarían en somnolencia y ojeras al otro día. Tampoco sé por qué la primera página que abrí al acceder a Internet fue el Hi5 y no otra de las decenas de páginas frecuento. Apenas tecleé mi contraseña y abrí mi cuenta apareció ella, como un fantasma que por lo inesperado, más que asustar sorprende y paraliza.
El Hi5 me ha metido en problemas, me ha conseguido salidas con personas que ni conocía, reencuentros con gente que no veía hace años y la posibilidad de conocer a más personas. Sin embargo, esa noche de jueves cualquier expectativa fue rebasada por ver la invitación de ella para agregarla como parte de mis contactos
- Disculpa, por lo tanto, querida Karla, que escriba tu nombre. Si te mantienes firme a tu palabra, no tendrías que leer nunca estas palabras pues se supone, para ti yo no existo. Así que desde la comodidad que da el que tú seas sorda a mis palabras, podré pedirte una explicación que me aclare la mente y me permita quitarme todas esas nubes que desde el jueves hasta hoy, nublan mi vista y me impiden ver con claridad.
Fueron unas cinco veces las ocasiones en que te mandé la invitación para que fueras parte de mis contactos. Mismo número de veces que no te dignaste en responder. Al ver que efectivamente, tu sí hiciste como si nunca me hubieras conocido, desistí de seguirte buscando; y aunque sí, a veces por mera curiosidad entraba a tu perfil a ver tus fotos y como iba tu vida, descarté por completo la idea de tan siquiera establecer la más mínima de las comunicaciones contigo.
Por eso me sorprendió que años después fueras tú la que me agregabas. Revisé una y otra vez tu nombre, tarea inútil y hasta cierto punto estúpida si tomamos en cuenta que ahí estaba tu foto. Ojos azules, expresión agradable, porte sencillo y piel blanquísima. En la imagen sonreías, o más bien me sonreías, por eso inmediatamente baje la guardia, por eso, ni tardo ni perezoso me apresuré a dar clic en el botón que además de hacerte parte de mis contactos, te acercaba un poquito a mi vida. A esa de la que un día fuiste el centro y eje motor de cientos de poemas.
Mejor que nadie sabes que te quise a rabiar. Mejor que nadie sabes que nuestra historia de amor (si es que puede llamarse así, porque a veces me da la impresión de que fue todo menos eso) fue inconclusa y caótica, que hemos sido, quizá, los novios más extraños en la historia de las relaciones de parejas; y que insisto, igual y lo que tuvimos ni a noviazgo llegó. Lo difícil, pues, no era el saber lo mucho que me consumí de amor por ti, sino el ignorar lo que yo fui en tu vida, sospechando que en el proceso, no hubo ni tantito amor de tu parte.
Por eso comprenderás que al verte en el monitor de mi computadora fue inevitable llenarme la cabeza de ideas. ¿Y si quiere ser mi amiga otra vez?, ¿y si pensó, al paso de los años, mejor las cosas?, ¿y si se equivocó y me agregó por error?, ¿y si se siente sola y necesita con quien platicar?. ¿y si siente curiosidad por lo que hoy es mi vida?, ¿y si esta noche de jueves no duermo y mejor me dedicó a pensar en ella?. Eso último fue lo que hice.
Hacía mucho que no pensaba en ti, al menos no con esa intensidad. Sabía que soñar despierto me haría daño, pero no me importó. Pasé buena parte del viernes y el sábado fabricando intrincadas teorías de tu regreso (virtual, pero regreso al fin y al cabo) a mi existencia. Imaginé la historia del amor más grande, en el que los protagonistas terminan mal, dejan de verse al salir de la Universidad y después, de la nada, se encuentran unidos por el destino y porque hay veces que de la pasión uno simplemente no puede huir. Me imaginé invitándote a tomar un café, caminando por algún parque de la ciudad, viendo alguna película en el cine. Dos días en los que pensé en mandarte algún mensaje, dejarte un comentario en tu perfil, algo gracioso y con tintes espontáneos, que en lugar de hacerme ver ilusionado por ti me diera más bien la facha de un viejo amigo despreocupado y agradable.
El domingo me decidí a mandarte un pequeño mensaje que tardé como diez horas en redactar. No eran más de dos renglones, pero en ellos puse todo el cuidado de ser lo que tú, sospechaba, querías en esos momentos. Además, entre las líneas de ese mensaje casualisimo, venía implícita y temblorosa la idea de que de pedírmelo, volvería a poner a tus pies todo lo que en algún momento he sido.
Ya dentro de mi cuenta de Hi5 entré a mis contactos y de ahí a la letra K. No estabas. Haciéndome el idiota volví a entrar y confirmé que efectivamente, ya no aparecía ni tu nombre, ni tu foto sonriendo; mucho menos, la posibilidad de tu regreso. Entonces lo comprendí todo Karla, seguramente agregaste a un grupo de contactos y sin darte cuenta me incluiste en ellos, al ver tu error me borraste y por eso, ni yo aparezco en tus contactos, ni tú en los míos. Para terminar de torturarme, entré a tus fotos y descubrí que en una de ellas besabas en la boca a otro sujeto. Y, ¿cómo decírtelo?, fue el acabose y peor final a mis enquencles aspiraciones.
No sólo fuiste tú la que detonó que los fantasmas volvieran cuando los creía erradicados, también fueron otros encuentros, otras personas, otras señales, las que me hicieron darme cuenta lo malo que es soñar despierto cuando no se sabe muy bien que las casualidades a veces vienen disfrazadas de fantasía. Tu fugaz regreso no terminó en nada y yo sigo aquí, a casi una semana, con los sentimientos revueltos no porque te ame, sino porque me trajiste de vuelta un pasado que no sé ni por dónde resucitar y sin el cual, me siento incompleto y con la cabeza llena de nubes.
Tan nublado está que no veo ni para dónde voy.
9 comentarios:
Chale... qué fuerte, Gabriel.
Yo también tengo esa manía, ¡demonios! A veces no es tan divertido, he dudado de mi lucidez mental.
Total... yo no tengo una K. en mi vida (que sería Karlo...), pero he tenido mis Tom Hanks... long story.
Respecto a lo que me escribiste en mi blog: "Gabriel... :) Qué liiiindo... me pongo toda roja. Mi fans, jajaja. Bueno, puedes escucharme cada dos semanas, de 9 a 10 pm los lunes por www.smrtv.michoacan.gob.mx. Ahora estuve en vivo, lo cual no había sucedido, siempre eran cápsulas de más o menos 5 minuticos. ¿Escuchaste el que está más abajo? Se llama "De placeres culposos"
(ahora veo si comentaste)."
Aunque mis amigas dicen que no sueno a mí. ¿Quién sabe?
Las separaciones, los amores inconclusos, los amores platónicos, y el amor en general. Toda y cada una de las cosas antes mencionadas entran poco a poco en mi caja de los olvidos. Probablemente salgan a flote un día de estos, con una mirada, con un perfume o una sonrisa, pero por hoy, que se queden ahí guardadas.
heytale no me regañes para ke veas ke andaba muy feliz hahahahahaa saludos gabriel!!! cuidese ke tenga bonito dia
Sé lo que es menear la colita ante la más mínima provocación.
Hay una frase que dice:
"Aquel que mira para afuera; sueña. Y aquel que mira para adentro; DESPIERTA!!!"
Es tiempo de mirar hacia adelante y hacia adentro. Y te lo digo Juan pa'que me escuches Pedro, eh.
Un abrazo.
Bueno, yo, para serte sincera Gabi, soy demasiado soñadora y vivo en las nubes a veces, y de veras que es lastimoso despertar otras veces... pero que más dá! me encanta soñar e imaginar como fuera si.. aunque después sea todo lo contrario.. jaja..que loca de mierda!!!
En fín, fuerte el post... pero lindo..como lo acostumbras a hacer!
Por un momento pensé en no comentar nada, pures creo que este post va para ti y para ella, pero la verdad es que me gustaría de todas formas hacerlo para poder decirte varias cosas.
Me gustó mucho el post, me conmovió, sentí la rabia y los celos y la impotencia, recordé mujeres, anécdotas, vivencias y en ciertos momentos de mi vida me identifiqué.
Ni pedo compadre, la vida tiene formas tan cabronas de hacernos ver que estamos vivos, son chingazos en la mera cara,no, no son bonitos pero de esto se trata, de seguir adelante, de lo que se vivió o fue, estar concientes que así es: pasado y que ojalá y lo que venga sea mejor.
Suerte
La felicidad es un ponerse de acuerdo pero a veces con la mejor intención lanzamos la pelota al juego pero nadie nos la devuelve. Terminemos el partido y busquemos otra que juegue mejor por la vida.
LEE LA REVISTA LITERARIA "ESTIGMAS"
http://plumadecarne.blogspot.com/
epa ..parece hasta una llamada de atenciòn .......hasta podrìa quedarme calada qeu mi imaginaciòn siempre vuela o quizas termine diciendote cosas q no debia y es que mi mente ya habla por si sola . ..
Publicar un comentario