martes, 17 de junio de 2014

Ahora disfrutó más el Mundial


Y comenzó el Mundial. Solamente cada 4 años vivimos estos días raros pero llenos de pasión, y qué bueno que así sea, porque sólo de esta forma tenemos el tiempo suficiente para añorar estos momentos que son un autentico oasis en nuestra existencia. 

Vivimos pues días en los que todo, o casi todo, gira alrededor de un balón. No importa la condición social o el rincón del planeta en el que se viva, por ahora, casi todos estamos hipnotizados por el Campeonato Mundial de Futbol de la FIFA Brasil 2014. 

Quienes me conocen saben que cada 4 años espero este evento con mucha ilusión, sólo que en esta ocasión todo ha sido diferente. Antes no podía dormir los días previos a los partidos de México, iba a la Iglesia a pedirle a Dios que nos echara la mano en los juegos y todo el tiempo era un manojo de nervios. En fin, me tomaba el Mundial muy en serio. 

Ahora lo hago un poco más a la ligera. No quiere decir que antes no gozara los mundiales, ¡al contrario!, es sólo que ahora intento disfrutar de todo: Desde los momentos de tensión hasta los triunfos; de los partidos infumables entre equipos en apariencia humildes, a los juegazos entre las potencias futbolísticas. 

Antes bastaba que ganara México para que mi día se transformara y me sintiera un ser lleno de felicidad, de igual modo cuando la Selección Nacional era eliminada, me sumía en una profunda tristeza y depresión que me duraba días. Varias veces, cuando el equipo tricolor quedaba fuera de alguna justa mundialistas me sorprendí a preguntándome: 

¿Y ahora que ya no hay Mundial para México, qué chiste tiene la vida? 

Ya sé, pensar así es una tontería, pero estaba joven y aún no sabía bien qué onda con la vida. 

No sé en qué momento me cayó el veinte de que lo importante para un aficionado de futbol no debería ser el resultado final de un partido, sino la forma en la que se vive. Me explico: Hoy jugó México contra Brasil, el partido fue complicadísimo y todo el tiempo fui un manojo de tensión, sin embargo, durante todo el juego fui consciente de que podíamos perder, y esto, lejos de darme miedo o ponerme más tenso, me hacía pensar ‘ok, podemos perder, podemos ganar, pero estos nervios y emociones qué siento con cada jugada nadie me las va a quitar'

Y si eso sienten millones de aficionados alrededor del planeta cuando ven los juegos del Mundial, y por unas horas pueden dejar de pensar en sus problemas, en cómo joder al prójimo o en cosas negativas, entonces bendito sean estos eventos que de una u otra forma nos unen como humanidad. 

Hoy me sentí orgulloso de ver al equipo mexicano jugarle al tú por tú a Brasil y disfruté todo lo que conllevó este enfrentamiento; por primera vez en mi vida le estoy dando más importancia a disfrutar un partido de futbol sin importar el resultado, y sin que se me vaya la vida si mi equipo llega a perder. 

Hace un par de meses descendió el Atlante, mi equipo de toda la vida, y si bien sentí feo, la depresión jamás me derrotó, por el contrario, creo que tomé las cosas con calma y viendo hacia el futuro, con más ilusión y entusiasmo que con pesar. 

Lo mismo me sucederá con México en este Mundial, si llega lejos en la competencia seré el más feliz, si nos toca perder ni modo, ya habrá otros Mundiales. En lo que una de las dos cosas sucede, a disfrutar de los partidos y de toda la fiesta que acompaña una Copa del Mundo. 

Y que viva el futbol, que como por ahí dicen, es lo más importante de lo menos importante.

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