miércoles, 28 de noviembre de 2012

Despertando del sueño guadalajarense




Adormilado, más ojeroso que de costumbre y con la sensación permanente de estar sin estar. Así he pasado las últimas horas desde que un avión me trajo de vuelta a la Ciudad de México esta madrugada.

Regresé después de pasar cuatro días en Guadalajara, o mejor dicho, en la Feria Internacional del Libro Guadalajara 2012. Decir que estuve en Guadalajara sería tanto como mentir, pues lo cierto es que la Ciudad a penas y la visita ya que la mayor parte del tiempo me la pasé en este que es el festival literario más importante del idioma español.

Y qué les digo… quienes me conocen saben que ese es uno de los eventos que más puedo disfrutar en la vida. En el 2010 fui por primera vez y quedé fascinado, ahora que volví le agarré aun más gusto a esta feria que ya se me hace imprescindible. La primera vez vine por placer. Ahora igual, pero también fui a trabajar.

El medio para el que trabajo me mandó a cubrir el evento, y por supuesto no desaproveché la oportunidad. En parte por eso dejé de escribir estos días en este mi siempre adorado blog. Ahora que estoy de vuelta, aprovecharé los próximos días para ir posteando parte del material que estuve publicando estos días. Textos pequeños pero significativos, escritos en mi cuarto del hotel por las noches y en los que intenté plasmar lo emocionante que me resulta ir a este festival de las letras.

La FIL de este año me dejó muy cansado (y gastado por tanto libro que compré). Fueron días caóticos de ir y venir de una conferencia a otra. De recorrer pasillos interminables llenos de libros, de escribir notas en las noches y por las mañanas, y de dormir muy poco.

Sin embargo la experiencia lo valió… los próximos días les iré compartiendo lo que viví. Por lo pronto, les dejo esta reflexión que escribí cuando acababa de llegar a Guadalajara:

Basta haber sido seducido alguna vez por un buen libro para que este evento se nos antoje imperdible. Ver de cerca a esos escritores cuyas letras nos han hecho viajar a los lugares más lejanos, estar en las presentaciones de los nuevos títulos que seguramente llenarán los estantes de las librerías durante los próximos meses, intercambiar impresiones con otros locos que también ven en los libros una maravillosa oportunidad de ampliar los propios horizontes. A una Feria del Libro como esta se viene a perderse entre millones de obras, mientras esperamos el milagro de encontrar la próxima historia que capture nuestro entendimiento.

En mi caso, ignoro en qué momento caí preso de esta dulce adicción que es la lectura. Supongo que todo comenzó cuando empecé a leer fascinado el “Capulinita”, un pequeño cuentito que narraba las aventuras del personaje interpretado por Gaspar Henaine. Años después, me dio por devorar cómics. Superman, Los Hombres X, Batman o Spiderman, daba igual quién fuera el súper héroe, lo importante era vivir más vidas, estar ante la perspectiva de ser otra persona y vivir aventuras inimaginables sin necesidad de salir de mi cuarto.

Un salto aun mayor se dio cuando una profesora de la prepa nos habló con pasión de la “La Divina Comedia”, novela de Dante Alighieri. La leí fascinado, en cuestión de días aquella formidable historia sobre un hombre que recorre los infiernos buscando a su Beatriz me cautivó. Desde ese momento no he dejado de leer y de adoptar ídolos que no son actores ni músicos famosos, sino escritores.

Kundera, García Márquez, Murakami, Fuentes, Hesse, Rulfo, Cortazar, o Kafka, por citar una injusta minoría, son algunos de los constructores de esos universos en los que he habitado. Un mundo construido en hojas de papel, y que me resulta mucho más vasto y coherente que el real.

Ya veremos que me deja esta FIL Guadalajara, que por lo pronto me recibió con los brazos abiertos.

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