lunes, 1 de octubre de 2012

El ritual de tener un disco nuevo (la música no se toca)


Soy un hombre de tradiciones y chapado a la antigua. Probablemente eso explica que desde hace años tenga varios rituales que ni la tecnología, ni el vertiginoso ritmo con el que se vive en la actualidad, han sido capaces de quitarme. Uno de ellos, la delicia de tener entre mis manos música nueva.

Y digo entre mis manos, porque a pesar de las virtudes que ofrece la compra de música online, sigo prefiriendo tener un disco en forma física. Nada como ir a la tienda, buscar lo que buscas en los anaqueles, ahorrándote como yo suelo hacerlo, la molestia de preguntar a los encargados por lo que quieres.

¡Para qué, si en el intento de hallar algo a veces terminas topadote con agradables sorpresas!

Luego está el pagar y huir a toda velocidad de la tienda, pues te carcomen las ansias de ponerte a divagar con tu nueva adquisición. A veces, cuando las ansias son demasiadas, termino por abrir el disco y comienzo a escucharlo en el mismo radio del auto. En otras ocasiones, cuando me encuentro sereno, me espero hasta llegar a casa, lo cual es mejor.

Es ahí dónde ocurre la magia: quitar el plástico que envuelve la caja; abrirla por primera vez; aspirar el aroma tan característico de un disco nuevo; sacar con cuidado el librito de canciones; ojearlo teniendo el máximo cuidado de no tener los dedos demasiado grasosos, a fin de evitar indeseables manchas y huellas digitales donde todo debe ser perfección; depositar el disco en algún reproductor, y a dejarse llevar.

La primera vez que escucho un disco trato de darle su espacio y su atención debida. Sobre todo si se trata de un material que esperaba desde hace tiempo, con muchas ganas, o ambas cosas. Suelo acomodarme en un sillón, servirme un vaso de refresco con hielo, y escuchar canción tras canción, leyendo atentamente la letra de cada pieza, repitiendo las partes que considero necesario.

La novedad me dura días después. Incluso semanas. Guardo el disco en el iPod, y cada que saco al perro al parque escucho una y otra vez las canciones. Lo mismo si voy en el carro, pongo el disco y ahí lo dejo, que de vueltas una y otra vez. Hasta que adapte para mí las canciones y me pertenezcan más que al propio autor. Poco a poco, se me va pasando la euforia, me harto un poco y dejo descansar esas melodías, las cuales quedan grabadas en mi subconsciente y estarán siempre disponibles, para rememorarlas en el momento indicado, y disfrutarlas como la primera vez.

Ese ritual lo he repetido decenas de veces, y estoy convencido de que es la mejor forma de disfrutar la música.

Hace unos días volví a repetir la formula. Salió el nuevo disco del maestro Alejandro Sanz. Quienes me conocen saben que desde hace años soy seguidor de este cantante español, al que incluso considero un poeta. Por eso, en cuanto mi novia me sorprendió regalándome ‘La música no se toca’, sabía que se avecinaban semanas de adentrarme en nuevos e infinitos terrenos, equiparables al placer de leer una magnifica novela.

Y lo escuché despacito, con mucho cuidado, prestando atención a los detalles y a las frases, todo para concluir que estoy ante un discazo, quizá el mejor de toda la carrera de Sanz.

Y es que viene del aire…



Recuperando la jovialidad de otros tiempos, conservando la poesía de sus letras y reinventando su estilo. Canciones que hablan de gente que como yo, no saben bailar pero pueden hacerlo por amor, otras que hablan de despedidas tristes, unas más de cuando el tiempo no alcanza cuando sales con una mujer-acción, otras para cuando uno se enamora de una chica venida de Marte, e incluso, una que habla sobre México, y que me hizo llorar la primera vez que la escuché. En fin, todo un homenaje a la música.

Son muchas las historias que a raíz de estas canciones no abandonan mi cabeza. Por el momento, me confieso atrapado en ese universo. Si en estos días se topan conmigo, probablemente me encuentren absorto, escuchando, cantando o meditando sobre esta nueva entrega musical.

Y esto baila ahora en mi mente:



Seguiré con mis rituales musicales siempre que me sea posible. Así disfruto más la música.

2 comentarios:

SOL dijo...

que risa, a veces hacemos cosas que parecen tan mecánicas pero que de verdad nos hacen disfrutar mas de la vida, yo cuando tengo un disco nuevo lo escucho hasta morir y mas si me gusta, justamente este disco lo quiero, gracias a tu descripción ahora lo quiero con mas ganas. UN placer leerte como siempre, un saludote Gabo

gabriel revelo dijo...

Sol: Pensé qué era el único!!! jaja, gracias por volver por estos rumbos. y sí, compra el disco, está buenísimo!!! Un abrazo.