Como siempre, hago el ridículo. Tendrá un par de tardes lluviosas en las que decidí dar, junto a mi perro Margarito (al cual pueden apreciar en la foto), nuestro tradicional paseo vespertino por el parque de la esquina de mi casa. Equipado con mi adorado iPod y mi playera del Atlante recorrí el mismo camino de siempre. La lluvia chipi -chipi le daba al parque un ambiente encharcado y romanticón. Margarito se mojó casi al instante. Sus patas blanquitas se enlodaron hasta adquirir un tono grisáceo-percudido. Con todo y eso, Margarito al pasear es feliz, pero enloquece cuando ve a otros perros. A pesar de su tamaño chirris, en cuanto ubica a otro ser de su misma especie corre despavorido hacia él. No importa que tan fuerte sujete la correa, casualmente pierdo el equilibrio.
Ya veníamos de regreso cuando sucedió. Margaro y yo centramos nuestra mirada en el horizonte. Margarito en un perro french poodle blanquísimo; el autor de éste blog en su ama. Como estaban en la entrada del parque, alegremente nos dirigimos hacia ellos. Con cada paso intentaba transformar mi apariencia en algo más decente. Metí la panza, como Dios me dio a entender acomodé mi peinado inexistente, puse cara de intelectual de izquierda y mirada de James Bond. Al estar casi enfrente de ella comprobé que aquella muchachilla no estaba nada mal.
Entonces sus ojos me miraron… y Margarito echó todo a perder cuando a buena hora decidió socializar, sacó fuerzas de su flaqueza perruna y se arrojó hacia el otro pobre e indefenso perro que como pudo, se resguardó detrás de las piernas (y que piernas) de su dueña. Tanto fue el ímpetu de la acción que terminé bailoteando con tal de mantener el equilibrio. Cada paso y manoteo que daba era una seria amenaza de caída. El panorama no era alentador, en cualquier momento azotaría contra la chica del parque o peor, en el charco lodoso. Gracias a que el cielo es grande no caí. Cirqueramente recompuse mi postura con el pequeño inconveniente de que en el proceso pisé, sin querer, a Margarito. Por supuesto que lanzó un chillido dramático y muy exagerado. La frase de la chica no pudo ser más romántica ‘pobrecito perrito… yo no fui ehhh’. No tengo la menor idea de lo qué respondí. Apenado, incomodo y derrotado me fui sin decir más.
Unos metros después caminaba en la calle. Caí en la cuenta de que mi cabello estaba de nuevo revuelto, a mi panza se le olvidó quedarse en donde le ordené y mi cara estaba pálida a causa del susto de la eventual caída. Osea, volví a ser yo. Margarito cojeaba.
Aquella chica guapa seguramente pensó que soy un debilucho, o un ser cruel y desalmado que pisó a su perro y lo hizo llorar. No sé por qué ese tipo de cosas sólo me pasan a mí. Mi vida, la sentimental y la normal se caracteriza porque las cosas rara vez me salen bien. El culto al ridículo, la mala suerte y la reiteración de lo imposible son una constante en mis aventuras por la existencia. Han pasado dos días y la chica no ha vuelto al parque. Qué bueno. La pena todavía no se me acaba.
Para todos los fans de Margarito: Él está bien. En realidad nunca le pasó nada. Sucede que es un exagerado y siempre ha sido así. Ahora mismo está chupándome la mano a modo de saludo para todos ustedes.
Ya veníamos de regreso cuando sucedió. Margaro y yo centramos nuestra mirada en el horizonte. Margarito en un perro french poodle blanquísimo; el autor de éste blog en su ama. Como estaban en la entrada del parque, alegremente nos dirigimos hacia ellos. Con cada paso intentaba transformar mi apariencia en algo más decente. Metí la panza, como Dios me dio a entender acomodé mi peinado inexistente, puse cara de intelectual de izquierda y mirada de James Bond. Al estar casi enfrente de ella comprobé que aquella muchachilla no estaba nada mal.
Entonces sus ojos me miraron… y Margarito echó todo a perder cuando a buena hora decidió socializar, sacó fuerzas de su flaqueza perruna y se arrojó hacia el otro pobre e indefenso perro que como pudo, se resguardó detrás de las piernas (y que piernas) de su dueña. Tanto fue el ímpetu de la acción que terminé bailoteando con tal de mantener el equilibrio. Cada paso y manoteo que daba era una seria amenaza de caída. El panorama no era alentador, en cualquier momento azotaría contra la chica del parque o peor, en el charco lodoso. Gracias a que el cielo es grande no caí. Cirqueramente recompuse mi postura con el pequeño inconveniente de que en el proceso pisé, sin querer, a Margarito. Por supuesto que lanzó un chillido dramático y muy exagerado. La frase de la chica no pudo ser más romántica ‘pobrecito perrito… yo no fui ehhh’. No tengo la menor idea de lo qué respondí. Apenado, incomodo y derrotado me fui sin decir más.
Unos metros después caminaba en la calle. Caí en la cuenta de que mi cabello estaba de nuevo revuelto, a mi panza se le olvidó quedarse en donde le ordené y mi cara estaba pálida a causa del susto de la eventual caída. Osea, volví a ser yo. Margarito cojeaba.
Aquella chica guapa seguramente pensó que soy un debilucho, o un ser cruel y desalmado que pisó a su perro y lo hizo llorar. No sé por qué ese tipo de cosas sólo me pasan a mí. Mi vida, la sentimental y la normal se caracteriza porque las cosas rara vez me salen bien. El culto al ridículo, la mala suerte y la reiteración de lo imposible son una constante en mis aventuras por la existencia. Han pasado dos días y la chica no ha vuelto al parque. Qué bueno. La pena todavía no se me acaba.
Para todos los fans de Margarito: Él está bien. En realidad nunca le pasó nada. Sucede que es un exagerado y siempre ha sido así. Ahora mismo está chupándome la mano a modo de saludo para todos ustedes.
9 comentarios:
jaja
mi perro es chantajista ... y mata palomaaaas!!! = (
en fin...
irás a salvar un libro este año??
Me dio entre risa, angustia y melancolía leer tu entrada... qué llena de vida... = ) Gracias por escribirla.
Un abrazo.
jajajaja... Que risa con margarito y sus gafas XXL.... jajajaja...
Por lo menos obtuviste el no. de cel d la chica?
Digo, solo así hubiera valido la pena el osssso... ajajajaja
Saludos margaro...
jajajaja!!! que buena historia! y que bella foto! que lindo el margarito!
asi pasa asi pasa... y asi sucede! suerte en el proximo paseo!
El miedo al ridiculo por lo regular solo nos conduce a una cosa:
Hacer el ridiculo.
Ya ni te preocupes a todos nos ha pasado algo parecido, por lo menos no te caíste, o peor, en lugar de pisar al Margarito pisaras un pie de la bella en cuestión.
Un abrazo Grabriel y más suerte para la proxima.
Las-ti-ma-mar-ga-ri-to.
Se te fue viva, mejor suerte para la próxima.
Buenas Gabrielito, que bueno poder leer tus aventuras... digo, desventuras... como sea.
La chica en cuestión no tenía porqué pensar que eras un maltratador de perros, digo, fue un accidente, no?
Y como fue un accidente, pues no te sientas mal, con el tiempo se quita. Yo también he pasado unas vergüenzas, que ni me atrevo a publicar, vos sos valiente haciendolo y yo no, además soy una princesa, y la gente si andaría pensando muy mal de mí.
Bueno, ya no sé qué más decir, mirá el que nace para martillo del cielo le caen los clavos, se entendió eso? O sea, Dios le tiene a cada quien su destino y todo lo que le pasa. O sea, si por desgracia te tocó hacer el ridículo muchas veces, yo creo que hasta podrías ser un excelente comediante.
Viste? el caso es sacar lo mejor del destino (se entendió eso?). Como dicen: al mal tiempo, buena cara.
Te saludo y me despido
Atentamente:
Jessie
sabes que a las mujeres de repente un tipo de situaciones asi nos hacen poner mas atencion en los chavos eh?
ustedes creen que por meter la panza y poner cara de galanes uno les va a poner mas atencion pero no, a veces un chavo timido o distraido puede ser mucho mas atractivo...
sacale partido a eso Gabrielito!!!
chido el Margarito!
Publicar un comentario