miércoles, 16 de enero de 2008

SMS

Solía pensar que eso de obsesionarse con la tecnología y sus avances nunca me iba a pasar. Orgulloso veía como amigos y conocidos sucumbían lentamente a diversos artilugios tecnológicos (igual de interesantes como idiotizantes) tales como videojuegos, figurillas electrónicas, transmisores, aparatos de sonido, etc. Mi orgullo radicaba en afirmar que ‘jamás de los jamases’ una máquina controlaría mi vida, que podría ir, venir y hacer de mi vida un papalote sin que ningún aparatejo me creara dependencia.

Después conocí Internet, abrí un blog y tuve que tragarme mis palabras. Sin embargo, con cierta vergüenza admito que tener ‘acceso a la red’ no es la única subordinación tecnológica que sufro. Muy a mi pesar confesaré que desde hace días dedico mi tiempo libre a mirar incansablemente mi teléfono celular.

¿Soy un presumido superficial por dedicar un post para hablarles de mi Sony Ericsson modelo ‘quién sabe qué’?. En realidad lo que menos me importa es parecer o no presuntuoso, es más, para ser honesto, haber empezado hablando de tecnología fue sólo un pretexto para llegar al único tema que desde siempre me ha intrigado y quitado el sueño: El Amor; sentimiento obsesivo que a lo largo de los años se ha puesto el traje de actor principal en mi vida hasta el grado de, como fantasma mortal, aparecerse en todo lo que hago y torcer cada uno de mis planes.

Al amor no se le puede combatir por la sencilla razón de ser inmune al tiempo. Como el más avanzado de los virus se adapta a su entorno y muta hasta convertir al entorno enemigo en aliado. No importa que tanto los sociólogos se quiebren la cabeza diciendo que el excesivo desarrollo de la tecnología traerá el distanciamiento en las relaciones humanas, al amor ni una pantalla, un cable o un aparato receptor podrá frenarlo.

Al igual que muy temprano, hace un par de minutos mandé un mensaje, y seguramente en la noche, antes de acostarme a dormir lo haré una vez más. Intento hacer cómo si no lograra descifrar dónde está el atractivo de escribir un pequeño texto y mandarlo hasta otro teléfono. De cualquier manera no es la acción, sino el motivo lo que me tiene como nunca, preso de ese aparatito que no mide ni 10 centímetros pero que significa mi contacto las veinticuatro horas con ella. Por más que lea los grandes clásicos de la literatura, ignoro como le hacían los enamorados de hace años para lograr salir vivos a las horas en las que el destino los privaba de estar junto al objeto de su afecto. Ignoro además, lo angustioso que se volvía la espera por una carta y los días de exasperación en que la otra persona reciba su respuesta. Supongo que por eso encuentro consuelo en sentir que el alma se me va en cada uno de los mensajes que le mando cada día esperando hacer de la tecnología una poderosa aliada.

¿Sospecha que cada mensaje que recibe fue escrupulosamente planeado... qué cada una de las palabras que aparecen en su pantalla fueron borradas y acomodadas hasta dar con la formula exacta?. A veces maldigo el que la tecnología aun no me permita ver la expresión en tu rostro cada que vez mi nombre y un icono de un sobrecito aparecen en su teléfono. Si antes la agonía era no poderse comunicar, ahora es el ignorar si ella se sonroja y sonríe, o si por el contrario, lo recibe con la más fría indiferencia. Y he ahí lo apasionante en este juego, que por mucha tecnología el amor siempre se las ingenia para que la incertidumbre y el cosquilleo en el estomago esté siempre presente y aumente a la octava potencia cuando de repente, el sonido de mi propio teléfono me saca de la rutina indicándome que ella ha respondido a su llamado.

No lo hace siempre, y eso hace que mi atracción por ella crezca desproporcionadamente. No sé que juego macabro esté jugando, el chiste es que por más que intentó no puedo dar con la formula que hace que a veces conteste y a veces no, que a veces sea fría y otras tan cariñosa que el mensaje SMS se convierte en una flecha directa a mi entendimiento.

Ya no sé si sirve decirle que me gusta, lo maravillosa que es, o lo nervioso que me pongo en su presencia, pues de seguro ella lo nota. Está en todos lados, en la música que escucho, en los libros que leo, en mis sueños y ahora también en mi teléfono celular, ese que ahora estoy viendo inerte sobre el escritorio y que en cualquier momento podría traerme una pequeña parte de su hermosa esencia y de paso, arrojarme al abismo del encanto en el que ya no me importa morir.

Ver el celular entre mis manos y preguntarme si será mucho o poco las frases llenas de mis ganas por ti que con gran timidez le mando. No me basta con verla de vez en cuando, ni con platicar cara a cara con ella. Necesito más de ella y no sé hasta cuando me duré ese extraño sentimiento que me hace despertar ilusionado y con ganas de vivir lo que sea. Mi corazón está a nada de ser vencido. Yo le ayudo.

Con permiso, tengo que mandar un mensaje.

9 comentarios:

Alviseni dijo...

ya llégale man! no hay nada tan efectivo como ser directo. neta.

Alviseni dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Alviseni dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

SEEEEEE!!!! A HUEVO QUE SEEEEEE!!!
Gabriel, no sabes el gusto y la emoción que me dió leer tu entrada del día de hoy... saber que estás luchando, y que a paso lento pero firme sigues caminando hacia tu objetivo.
Una vez más me veo reflejado entre tus palabras cuando, sin planearlo, tengo mi celular junto a mi mano derecha esperando lo mismo que tú, después de haber mandado un mensaje con el mismo objetivo que tú...
No nos resta más que tener serenidad, paciencia, y luchar por el sueño... ¡Adelante don Gabo!!!... hacia atrás, ni para agarrar vuelo!!!.

Un abrazo!! SLDS!

P.D. Para no haber leído "el libro", vas muuuuy bien!!! =D jajaja (como chiflo, verdad?)

El Tito dijo...

Bueno primero me uno al primer comentario.

Segundo. Me dejaste pensando en las obras clásicas y en ese tenor creo que si hubieran existido celulares otra cos ahubiera sido Romeo y Julieta, quizá el malentendido más famoso de la literatura clásica se hubiera basado en falta de crédito, o insuficiencia de batería o de señal... quién sabe.

Bueno bro ya tírate a matar. Aunque se que disfrutas más la incertidumbre.

Saludos

Ricardo Calderón Inca dijo...

Hey claro perfecta excusa para conversar a cerca del amor pero hermano ahora la tecnología ha abierto al hombre un sin número de facilidades con sus pro y contra es útil Gabriel y sobre todo para estar a un mensaje o una llamada cerca de la persona amada...
ahhhh tambien me retiro a mandar un mensajito (tu celu es sony ericsson w300) jejejeje cuidate man nos vemos pronto...

Oscar Ramirez dijo...

ya le halle una nueva utilidad al cel...

tamos en contacto, ok...

bye

gabriel revelo dijo...

dr alvi: eso sí amigo, aunque por ahí también aprendí que no hay que ser tan precipitado. 'encontrar el momento y la medida justa'.

francisco: creo que a todos nos ha pasado alguna vez. ¡ya hasta escribo mensajes rapidisimo en el celular!. ya voy por el libro.

tito: no es que me guste tanto la incertidumbre... más bien es el miedo de llegar a un 'final' y que éste no me sea satisfactorio. con la duda aunque sea se puede jugar.

ricardo: es buena la tecnología, aunque también puede llegar a provocar dependencia por 'saber todo el tiempo' de la otra persona. No sé, no sé.

oscar: una de tantas, pero quizá la más inquietante... ¡saludos!

la dueña dijo...

se empieza por essos mensajitos .....ya me ha pasado y es que son esos que en el momento en que estas pensando en esa personita te invade un mensajito de ella y luego te das cuenta que en el mismo instante ambos se pensaban y extrañaban .. ,,,,
tu sigue poco apoco que ,, tendra mejores resultados solo vive cada instante al max.