“Hay personas que ven las cosas como son y dicen ¿por qué?... y habemos personas que soñamos con cosas que nunca han sido y decimos ¿porque no?”
Querida Ana Gabriela Guevara:
Comparar sentimientos, además de ser de mal gusto, resulta imposible; por eso no soy capaz de catalogar lo que algunas tardes me hiciste sentir. Decir ‘esta vez fue más intensa que la otra’ nunca se estipula en momentos de felicidad y menos cuando se trata de ti.
Podrán ser infinidad de momentos, pero en especial, aquel mediodía de un verano del 2004 paralizaste por 49 segundos mi corazón y el de todos los mexicanos. Esa tarde corrías la final olímpica de los 400 metros en Atenas. Miles de personas en el estadio, y millones siguiéndote por televisión. Para esa ocasión decidí faltar a un par de clases, nada ni nadie impediría que disfrutara aquella épica batalla contra T. Williams y otras cinco corredoras que como tú, ansiaban llegar a los niveles del atletismo mundial. Seguramente, el resto de los habitantes de éste país se las ingeniaron para estar cerca de algún televisor a la 1 de la tarde.
Llegó la hora y los principales canales y medios informativos se enlazaron en vivo hasta el Estadio Olímpico de la capital griega que adornado con el pebetero encendido le daban al entorno el escenario perfecto con el que sólo pueden vestirse los momentos históricos. Me recuerdo temblando cuando tu imagen calentando aparecía y se alternaba con algunas tomas a las tribunas en las que siempre sobresalía alguna bandera mexicana. Te despojaste de tu chamarra de entrenamiento y al igual que tus rivales te acomodaste en tu carril de salida. Seguramente en esos momentos sentías la energía y orgullo que todo un país irradiaba por ti, si era emocionante verte, no puedo ni siquiera hacerme una idea de lo que era estar en tus zapatos en esos momentos (aunque para serte honesto, creo que todo México cabía ahí).
Entonces el sonido local empezó a presentar a cada una de las corredoras y al llegar a ti el grito de México-México-México fue ensordecedor apenas apareciste en las pantallas gigantes del estadio. Parecía que jugaba la Selección, parecía el estadio Azteca antes de un partido ante Brasil, parecía que en ese momento Atenas era una sucursal de México. Fue una sensación tan estremecedora que no me dejó otra opción que ponerme a temblar mientras toda la piel se me enchinaba y un choque eléctrico recorría mi cuerpo. En cambio tú, querida Ana, lejos de inmutarte o ponerte nerviosa, demostrarte el gran auto control y seguridad que posees: Lo único que hiciste fue sonreír y pedirle al público con un gesto amable que guardara silencio.... y todos lo entendimos, estabas tan concentrada en ser la mejor que no querías que nada te desviara del objetivo.
No lo recuerdo bien, pero creo que rezaba segundos antes de la señal de salida. En el momento que se dio la señal de ‘fuera’ no respiré. Te seguía en la pantalla sin permitirme parpadear, tragar saliva o moverme. A los pocos metros de carrera tú y Williams habían dejado atrás al resto de competidoras y se enfrascaban en un duelo de poder a poder por alcanzar la meta. Paso tras paso, mientras Williams se desinflaba y perdía gas, a ti te sentía más próxima al objetivo, tu rostro siempre tan seguro ahora denotaba que te esforzabas al máximo por mi, por tu familia, por todo un país que nunca dudo en converirte en su hija prodiga y que esa tarde, cuando en un final explosivo llegaste en segundo lugar (de haber habido 20 metros más, sin duda habrías ganado).
Ver como recorrías la pista con la bandera de México y la de Grecia a tus espaldas, como dabas infinidad de entrevistas a medios nacionales y extranjeros, escucharte tomar una llamada del Presidente y verte intacta y hasta cierto punto insatisfecha por el segundo lugar me dio una gran lección de vida, pues mientras todo México festejaba tú ya tenías la mente puesta en el siguiente año, en la próxima competencia, en la próxima carrera.
Esos momentos de mi vida en los que siento de más jamás los cambiaría. ¿Y sabes?, no fue la única vez. Contigo se me hizo costumbre decir ‘vamos a gANAr’, observar imágenes tuyas con medallas, trofeos, en un podium, con la bandera y festejando se hizo tan común que cualquiera pensaría que ser la mejor del mundo es cosa fácil. No fue sólo la medalla de Atenas la que desde hace mucho hizo que te lleve en mi corazón, también son culpables las medallas que ganaste en Juegos Centroamericanos, Panamericanos, tu triunfo en la Golden Leauge, Copas del Mundo, el récord mundial que rompiste y sobre todo, el día que ganaste el campeonato mundial de Atletismo. Dejando en claro que desde hace mucho, eres la deportista mexicana más grande de todos los tiempos.
‘Mi héroe es una chava’, así decía la campaña publicidad que Nike lanzó con tu imagen y que en mi caso describe lo que eres para mi. Ganaste todo en una disciplina en la que nadie se lo hubiera imaginado. Pusiste el correr de moda, llenaste un estadio en la Ciudad de México con más de 50 mil personas para ver una carrera de Atletismo. Hiciste respetar tu nombre y el de México en todo el mundo siempre de forma honesta y humilde. Nos demostraste que no hay rival invencible si se está convencido de que el trabajo y esfuerzo acaban con cualquier imposible. Siempre fuiste la excepción a la regla, ese punto que en un mar de inseguridades y complejos no se cansó de alzar la voz y convencernos de que ser mexicanos es sinónimo de ser capaces de todo.
Sigues siendo diferente. Hace cuatro días anunciaste tu retiro definitivo del Atletismo a unos meses de los próximos Juegos Olímpicos después de que no obtuviste respuesta ante los reclamos que le hiciste a las autoridades deportivas de éste país sobre el pésimo manejo de recursos y preparación. Era una lucha que no te correspondía y que sin embargo emprendiste con valentía no en tu nombre, sino en el de todos los deportistas que debido a la ineptitud de la política ven mermados sus sueños de prepararse adecuadamente. Dijiste que la estructura del deporte mexicano ‘es una porquería’ y tienes razón.
Es una lastima que situaciones así hagan que te retires tan prematuramente, pero a la vez es un orgullo saber que mi héroe tiene convicciones y que lucha porque el deporte mexicano salga adelante. Es una lastima que el Presidente Felipe Calderón no tenga tiempo para recibirte, pero te aseguró que si hubieras ido a Beijing hubiera sido el primero en llamarte cuando ganarás la primer carrera. Es una lastima que Carlos Hermosillo y demás dirigentes del deporte nacional digan que tu renuncia en realidad fue porque tu carrera va a la baja... Y yo preguntó: ¿colarse en todas las finales mundiales y olímpicas de Atletismo de los últimos cinco años es ir a la baja?. Es una lastima que algunos periodistas y medios de comunicación, que en tus victorias se peleaban por entrevistarte y firmar contratos contigo, ahora te lancen duras criticas. Es una lastima, y decir esto me duele mucho, que las autoridades el país al que tanto le diste te trate así y dejé que te vayas sin hacer el mínimo esfuerzo por retenerte a ti que sin lugar a dudas eres la mejor y nadie, pero nadie, tiene el derecho de recriminarte nada.
Pero la verdad está afuera Ana. Podrán lanzar mentiras y calumnias sobre ti, pero de nada servirá cuando desde hace muchos años le robaste el corazón al pueblo mexicano. Somos nosotros y no los imbeciles dirigentes quienes vibramos, lloramos y nos sentimos parte de ti. Nosotros jamás olvidaremos que tu legado a muchos nos da la fortaleza para seguir adelante pensando que todo se puede y porque con tus triunfos engrandeciste a México.
Sé que tu carrera en las pistas terminó y que no soy nadie para pedirte que regreses. Eres una triunfadora, harás lo mejor y sé que jamás traicionaras esos ideales que tanto me hacen respetarte. Sé que nunca pararás.
A nombre de México, te doy las Gracias.
Comparar sentimientos, además de ser de mal gusto, resulta imposible; por eso no soy capaz de catalogar lo que algunas tardes me hiciste sentir. Decir ‘esta vez fue más intensa que la otra’ nunca se estipula en momentos de felicidad y menos cuando se trata de ti.
Podrán ser infinidad de momentos, pero en especial, aquel mediodía de un verano del 2004 paralizaste por 49 segundos mi corazón y el de todos los mexicanos. Esa tarde corrías la final olímpica de los 400 metros en Atenas. Miles de personas en el estadio, y millones siguiéndote por televisión. Para esa ocasión decidí faltar a un par de clases, nada ni nadie impediría que disfrutara aquella épica batalla contra T. Williams y otras cinco corredoras que como tú, ansiaban llegar a los niveles del atletismo mundial. Seguramente, el resto de los habitantes de éste país se las ingeniaron para estar cerca de algún televisor a la 1 de la tarde.
Llegó la hora y los principales canales y medios informativos se enlazaron en vivo hasta el Estadio Olímpico de la capital griega que adornado con el pebetero encendido le daban al entorno el escenario perfecto con el que sólo pueden vestirse los momentos históricos. Me recuerdo temblando cuando tu imagen calentando aparecía y se alternaba con algunas tomas a las tribunas en las que siempre sobresalía alguna bandera mexicana. Te despojaste de tu chamarra de entrenamiento y al igual que tus rivales te acomodaste en tu carril de salida. Seguramente en esos momentos sentías la energía y orgullo que todo un país irradiaba por ti, si era emocionante verte, no puedo ni siquiera hacerme una idea de lo que era estar en tus zapatos en esos momentos (aunque para serte honesto, creo que todo México cabía ahí).
Entonces el sonido local empezó a presentar a cada una de las corredoras y al llegar a ti el grito de México-México-México fue ensordecedor apenas apareciste en las pantallas gigantes del estadio. Parecía que jugaba la Selección, parecía el estadio Azteca antes de un partido ante Brasil, parecía que en ese momento Atenas era una sucursal de México. Fue una sensación tan estremecedora que no me dejó otra opción que ponerme a temblar mientras toda la piel se me enchinaba y un choque eléctrico recorría mi cuerpo. En cambio tú, querida Ana, lejos de inmutarte o ponerte nerviosa, demostrarte el gran auto control y seguridad que posees: Lo único que hiciste fue sonreír y pedirle al público con un gesto amable que guardara silencio.... y todos lo entendimos, estabas tan concentrada en ser la mejor que no querías que nada te desviara del objetivo.
No lo recuerdo bien, pero creo que rezaba segundos antes de la señal de salida. En el momento que se dio la señal de ‘fuera’ no respiré. Te seguía en la pantalla sin permitirme parpadear, tragar saliva o moverme. A los pocos metros de carrera tú y Williams habían dejado atrás al resto de competidoras y se enfrascaban en un duelo de poder a poder por alcanzar la meta. Paso tras paso, mientras Williams se desinflaba y perdía gas, a ti te sentía más próxima al objetivo, tu rostro siempre tan seguro ahora denotaba que te esforzabas al máximo por mi, por tu familia, por todo un país que nunca dudo en converirte en su hija prodiga y que esa tarde, cuando en un final explosivo llegaste en segundo lugar (de haber habido 20 metros más, sin duda habrías ganado).
Ver como recorrías la pista con la bandera de México y la de Grecia a tus espaldas, como dabas infinidad de entrevistas a medios nacionales y extranjeros, escucharte tomar una llamada del Presidente y verte intacta y hasta cierto punto insatisfecha por el segundo lugar me dio una gran lección de vida, pues mientras todo México festejaba tú ya tenías la mente puesta en el siguiente año, en la próxima competencia, en la próxima carrera.
Esos momentos de mi vida en los que siento de más jamás los cambiaría. ¿Y sabes?, no fue la única vez. Contigo se me hizo costumbre decir ‘vamos a gANAr’, observar imágenes tuyas con medallas, trofeos, en un podium, con la bandera y festejando se hizo tan común que cualquiera pensaría que ser la mejor del mundo es cosa fácil. No fue sólo la medalla de Atenas la que desde hace mucho hizo que te lleve en mi corazón, también son culpables las medallas que ganaste en Juegos Centroamericanos, Panamericanos, tu triunfo en la Golden Leauge, Copas del Mundo, el récord mundial que rompiste y sobre todo, el día que ganaste el campeonato mundial de Atletismo. Dejando en claro que desde hace mucho, eres la deportista mexicana más grande de todos los tiempos.
‘Mi héroe es una chava’, así decía la campaña publicidad que Nike lanzó con tu imagen y que en mi caso describe lo que eres para mi. Ganaste todo en una disciplina en la que nadie se lo hubiera imaginado. Pusiste el correr de moda, llenaste un estadio en la Ciudad de México con más de 50 mil personas para ver una carrera de Atletismo. Hiciste respetar tu nombre y el de México en todo el mundo siempre de forma honesta y humilde. Nos demostraste que no hay rival invencible si se está convencido de que el trabajo y esfuerzo acaban con cualquier imposible. Siempre fuiste la excepción a la regla, ese punto que en un mar de inseguridades y complejos no se cansó de alzar la voz y convencernos de que ser mexicanos es sinónimo de ser capaces de todo.
Sigues siendo diferente. Hace cuatro días anunciaste tu retiro definitivo del Atletismo a unos meses de los próximos Juegos Olímpicos después de que no obtuviste respuesta ante los reclamos que le hiciste a las autoridades deportivas de éste país sobre el pésimo manejo de recursos y preparación. Era una lucha que no te correspondía y que sin embargo emprendiste con valentía no en tu nombre, sino en el de todos los deportistas que debido a la ineptitud de la política ven mermados sus sueños de prepararse adecuadamente. Dijiste que la estructura del deporte mexicano ‘es una porquería’ y tienes razón.
Es una lastima que situaciones así hagan que te retires tan prematuramente, pero a la vez es un orgullo saber que mi héroe tiene convicciones y que lucha porque el deporte mexicano salga adelante. Es una lastima que el Presidente Felipe Calderón no tenga tiempo para recibirte, pero te aseguró que si hubieras ido a Beijing hubiera sido el primero en llamarte cuando ganarás la primer carrera. Es una lastima que Carlos Hermosillo y demás dirigentes del deporte nacional digan que tu renuncia en realidad fue porque tu carrera va a la baja... Y yo preguntó: ¿colarse en todas las finales mundiales y olímpicas de Atletismo de los últimos cinco años es ir a la baja?. Es una lastima que algunos periodistas y medios de comunicación, que en tus victorias se peleaban por entrevistarte y firmar contratos contigo, ahora te lancen duras criticas. Es una lastima, y decir esto me duele mucho, que las autoridades el país al que tanto le diste te trate así y dejé que te vayas sin hacer el mínimo esfuerzo por retenerte a ti que sin lugar a dudas eres la mejor y nadie, pero nadie, tiene el derecho de recriminarte nada.
Pero la verdad está afuera Ana. Podrán lanzar mentiras y calumnias sobre ti, pero de nada servirá cuando desde hace muchos años le robaste el corazón al pueblo mexicano. Somos nosotros y no los imbeciles dirigentes quienes vibramos, lloramos y nos sentimos parte de ti. Nosotros jamás olvidaremos que tu legado a muchos nos da la fortaleza para seguir adelante pensando que todo se puede y porque con tus triunfos engrandeciste a México.
Sé que tu carrera en las pistas terminó y que no soy nadie para pedirte que regreses. Eres una triunfadora, harás lo mejor y sé que jamás traicionaras esos ideales que tanto me hacen respetarte. Sé que nunca pararás.
A nombre de México, te doy las Gracias.
4 comentarios:
Caray mi buen, es la primera vez que difiero contigo en una entrada, checa mi space, yo también escribí algo sobre Ana en días anteriores y verás a lo que me refiero.
Te mando un abrazo y estamos contentos porque sacamos el primer punto al puro estilo del ATLANTE.
EL AZUL GALOPA EN MIS VENAS, EL GRANA EN MI CORAZÓN.
Ana se volvió admirable desde que emocionaba a todo México con sus carreras, el mundo se paralizaba cuando competía...
Y ahora la admiro más porque decidió no venderse, como la gran mayoría hace...
raúl: ya chequé tu entrada, y sí, ¡creo que diferimos bastante!, pero pues lo hecho, hecho está´... lo bueno de esto es que cada quién tiene su opinión y que efectivamente, el atlante va...
vale: tienes razón, supongo que aun fuera de las pistas nos seguirá dando algunas valiosas lecciones.
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