Es común que la mayoría de las personas vean a un ser iluminado en la figura del escritor, lleno de inspiración las 24 horas del día y dueño de un conocimiento absoluto de cualquier tópico. Por eso, con frecuencia en foros, conferencias, asuntos de la política y hasta en programas televisivos, es común que uno o más de ellos sea invitado con la finalidad de escuchar una ‘opinión calificada e inteligente’ que descubra el hilo negro y deje contento a todo mundo.
La idea anterior, según he escuchado en diversas charlas y entrevistas, resulta incomodo para la mayor parte de los escritores. Si bien es cierto, nunca faltaran aquellos que ya sea por querer siempre figurar o sentirse ‘tocados por Dios’ aceptan gustosos el privilegio de volverse actores y no narradores de cada uno de los acontecimientos de moda, lo cierto es que los verdaderos escritores prefieren mantener su imagen y sus letras al margen de los reflectores y noticieros.
¿Qué tan valida es la opinión de un ‘escritor’, que a pesar del aura de cultura que su oficio le confiere no deja de ser una persona común y corriente?. No es una regla escrita, pero por lo general, quienes gustan de escribir se caracterizan por tener la cabeza llena de mucho más dudas que certezas. En parte escriben para darle un poco de orden a un mundo que no comprenden y que quizá por eso mismo, les apasiona. Se supone que así pasa con los escritores de verdad, aquellos de las grandes novelas, de los ensayos cultivantes o de las reflexiones llenas de profundidad. Pero entonces... ¿cómo debo actuar yo por más que me encantaría, no soy un escritor en toda la extensión de la palabra?
Llevó no sé cuantos minutos sentado frente a mi computadora, leyendo una y otra vez un mail al cuál no tengo ni la menor idea de qué responder. ¿En qué estaba pensando una de las queridas lectoras de este blog al escribirme un correo pidiéndome ayuda? ¿De verdad tengo la suficiente autoridad para dar consejos sobre un problema planteado?. No tengo la menor idea, y quizá por eso, desde hace dos días he pensado si responder o no aquel correo que lleva por titulo ‘ayuda gabriel’ y cuyo contenido sincero no me dejará en paz hasta que para bien o para mal de la interesada, lo responda.
Puse mi dirección de correo en este blog con la finalidad de mantener una relación más estrecha y personal con aquellos aventureros que me leen. Comúnmente en mi correi recibo con muchísimo gusto comentarios de varios lectores, recomendaciones de cualquier tipo, correos cadenas y hasta invitaciones para agregarlos a mis contactos de Messenger y conocer así a muchas personas interesantes. Por meses todo iba muy bien hasta que recibí el dichoso correo en el que una persona invierte su tiempo y confianza en contarme parte de su vida y pedirme una opinión.
El hecho de que su problema sea de índole sentimental no me ayuda ni tantito. No sé que tan conveniente sea contestar honestamente y decirle ‘no sé que puedes hacer’, pues además de ser la verdad, es lo mejor para ella. Si analizo fríamente mi pasado y presente amoroso, de inmediato concluyo en que soy un desastre en cuanto a temas del corazón. Suelo amar siempre mal: a veces a destiempo, a veces muy poco, a veces demasiado... el chiste es que nunca logro dar lo necesario, en el momento justo. Yo, que siempre repruebo la materia del amor, carezco de toda autoridad moral para responder ese mail y sin embargo sé que terminaré haciéndolo por más que desde hace horas la pantalla en blanco se empecine en decirme lo contrario.
Que ella me perdone. Seguramente ni mis letras ni yo no estaremos a la altura de la respuesta que espera. Trataré de ser sincero y decirle lo que yo haría en su lugar, aunque de ser ella, tendría el tino de hacer justo lo contrario, y así, con suerte las cosas saldrían un poco mejor.
Ignoró si soy un escritor de verdad, pero de momento me siento como uno más de ellos. Escribo para hacerme un lugar en el mundo o ya de perdida, fabricarme uno con miles de defectos pero un poco más cómodo. Por lo demás soy tan normal que no termino de creerme que alguien valore mi opinión.
Soy inseguro, como comida chatarra, veo caricaturas y a veces me enfermo del estomago. No me hallo ni tantito especial. Gracias a ella, que sin conocerme, considera lo contrario. Espero no decepcionarla... y comienzo a escribir el mail.
La idea anterior, según he escuchado en diversas charlas y entrevistas, resulta incomodo para la mayor parte de los escritores. Si bien es cierto, nunca faltaran aquellos que ya sea por querer siempre figurar o sentirse ‘tocados por Dios’ aceptan gustosos el privilegio de volverse actores y no narradores de cada uno de los acontecimientos de moda, lo cierto es que los verdaderos escritores prefieren mantener su imagen y sus letras al margen de los reflectores y noticieros.
¿Qué tan valida es la opinión de un ‘escritor’, que a pesar del aura de cultura que su oficio le confiere no deja de ser una persona común y corriente?. No es una regla escrita, pero por lo general, quienes gustan de escribir se caracterizan por tener la cabeza llena de mucho más dudas que certezas. En parte escriben para darle un poco de orden a un mundo que no comprenden y que quizá por eso mismo, les apasiona. Se supone que así pasa con los escritores de verdad, aquellos de las grandes novelas, de los ensayos cultivantes o de las reflexiones llenas de profundidad. Pero entonces... ¿cómo debo actuar yo por más que me encantaría, no soy un escritor en toda la extensión de la palabra?
Llevó no sé cuantos minutos sentado frente a mi computadora, leyendo una y otra vez un mail al cuál no tengo ni la menor idea de qué responder. ¿En qué estaba pensando una de las queridas lectoras de este blog al escribirme un correo pidiéndome ayuda? ¿De verdad tengo la suficiente autoridad para dar consejos sobre un problema planteado?. No tengo la menor idea, y quizá por eso, desde hace dos días he pensado si responder o no aquel correo que lleva por titulo ‘ayuda gabriel’ y cuyo contenido sincero no me dejará en paz hasta que para bien o para mal de la interesada, lo responda.
Puse mi dirección de correo en este blog con la finalidad de mantener una relación más estrecha y personal con aquellos aventureros que me leen. Comúnmente en mi correi recibo con muchísimo gusto comentarios de varios lectores, recomendaciones de cualquier tipo, correos cadenas y hasta invitaciones para agregarlos a mis contactos de Messenger y conocer así a muchas personas interesantes. Por meses todo iba muy bien hasta que recibí el dichoso correo en el que una persona invierte su tiempo y confianza en contarme parte de su vida y pedirme una opinión.
El hecho de que su problema sea de índole sentimental no me ayuda ni tantito. No sé que tan conveniente sea contestar honestamente y decirle ‘no sé que puedes hacer’, pues además de ser la verdad, es lo mejor para ella. Si analizo fríamente mi pasado y presente amoroso, de inmediato concluyo en que soy un desastre en cuanto a temas del corazón. Suelo amar siempre mal: a veces a destiempo, a veces muy poco, a veces demasiado... el chiste es que nunca logro dar lo necesario, en el momento justo. Yo, que siempre repruebo la materia del amor, carezco de toda autoridad moral para responder ese mail y sin embargo sé que terminaré haciéndolo por más que desde hace horas la pantalla en blanco se empecine en decirme lo contrario.
Que ella me perdone. Seguramente ni mis letras ni yo no estaremos a la altura de la respuesta que espera. Trataré de ser sincero y decirle lo que yo haría en su lugar, aunque de ser ella, tendría el tino de hacer justo lo contrario, y así, con suerte las cosas saldrían un poco mejor.
Ignoró si soy un escritor de verdad, pero de momento me siento como uno más de ellos. Escribo para hacerme un lugar en el mundo o ya de perdida, fabricarme uno con miles de defectos pero un poco más cómodo. Por lo demás soy tan normal que no termino de creerme que alguien valore mi opinión.
Soy inseguro, como comida chatarra, veo caricaturas y a veces me enfermo del estomago. No me hallo ni tantito especial. Gracias a ella, que sin conocerme, considera lo contrario. Espero no decepcionarla... y comienzo a escribir el mail.
8 comentarios:
huchales pues a veces detras de todo, ahy personas ke ven cosas buenas en ti asi es ke no te repruebes eso!!! eres una buena persona y eso se significa ke puedes ayudar a las demas!! aunke ojo es muy complicado dar una opinion si no estas en los zapatos de esa persona!!! abachos cuidate gabriel!!!
Hola Gabriel
Tenía tiempo de no venir por aca y dejarte un saludo.
Referente a tu post. En alguna ocación un maestro de fisiología me dijo:
-le voy a regalar un consejo, y que conste que no le voy a cobrar, porque lo que le voy a decir es para su bien...
Lo que me dijo no importa, el cómo fue lo que se me quedó muy grabado, porque a mi no me pareció. De entrada nadie le pidió su consejo y segunda quién es quien para decir que lo que aconseja es lo mejor para uno. Por eso, acostumbro a no meter la nariz donde no me llaman y a que cuando me lo piden lo que hago no es aconsejar sino dar mi opinión sin importar si le va a gustar o no.
En tu caso (e irónicamente me estoy contradiciendo porque ya voy a meter mis narices donde no me lo han pedido) estan requiriendo ayuda. No te reprimas por decepcionar a nadie, quien se decepciona es porque espera otra cosa y tu no ofreces nada en este blog. No me malinterpretes, me refiero al hecho de no ofrecer consuelo o verdades, simplemente expones lo que sientes, así que limítate a lo mismo y veras que no decepcionarás a nadie, de ser así, iluso aquél que entró pensando encontrar epifanías.
Saludos y seguimos en contacto
ah por el mail! q pierdes?
Siempre es bueno dar el punto de vista, los partidos desde la tribuna se ven con mejor perspectiva que dentro de la cancha.
y algo me dice que esta historia tiene para rato
jeje, es lo mismo que me pasa con unos pacientes cuando hago las rotaciones o las guardias. a uno lo ven de blanco como si fuera ya médico residente, y a veces uno ya sabe bien cómo resolver el problema, dar las indicaciones generales y el tratamiento farmacológico si es que este es necesario para equis padecimiento, y uno puede bien hacer la exploración y saber qué exámenes aumentan la sospecha de diagnóstico, pero ante esos casos me tengo que sincerar y decirles que todavía soy estudiante, pero a veces algunos se quedan agradecidos de que uno les haga la plática y le responda uno sus dudas que el médico de base o residente no tienen tiempo de explicar. no sé si mi analogía te haya sido de alguna ayuda.
read ya.
nadia: abachos!!!!! ¿por qué siempre me tienes en un concepto tan bueno? muchas gracias por eso.
tito: gracias, eso fue lo que hice al final... di una opinión y listo, ojalá y a ella le sirva.
pam: no perdí nada... y no sé si la historia tenga para más... de cualquier manera eso es lo interesante de la vida. un gran abrazo hasta perú.
alvi: claro que tu analogía me fue de ayuda. de ser yo uno de tus pacientes, tendría la tranquilidad de que tus años de estudio y practicas te avalán. en cambio, mi historial amoroso me avala pero para no abrir la boca en cuanto a asuntos del corazón ja ja.
cuidate mucho... ya viene el metrobus
Gabriel, no te preocupes, que sea lo que sea lo que aconsejes a tu lectora, creeme, en materias de amor cuando uno pide consejo, es para poder hacer exactamente lo contrario a lo aconsejado. Talvez porque así podremos regodearnos en nuestra culpabilidad cuando todo salga mal. Bueno, eso creo.
Publicar un comentario