miércoles, 5 de septiembre de 2007

Visitando Pimientalandia


Seguramente aquel día parecía un loco. Atravesando Canal de Miramontes y otras avenidas en el sur de la ciudad, a mediodía, y cantando (o más bien gritando) a todo volumen una canción de The Beatles. Supongo que fui la burla para los tripulantes de los autos que me rebasaban, y un bufón para los peatones que me veían extrañados en los altos, mientras mi garganta y yo nos sentíamos las estrellas de un frenético concierto en Wembley. La culpa no es mía, sino de John, Paul, Ringo y George.

No es la primera vez que caigo preso de encanto por el legendario Cuarteto de Liverpool, muy al contrario, la Beatlemanía regresa a mi valiéndose del menor de los pretextos: una frase, un recuerdo, una canción, una imagen, son suficientes para que yo recuerde mi admiración por el Mejor Grupo de todos los tiempos, y por días, vuelva a escuchar una y otra vez, con una compulsión insana, sus canciones.

Generalmente la afección me dura uno o dos días, a lo mucho tres. Periodo tras el cual asimilo que no nací en los años sesenta y poco a poco, el entorno se encarga de traerme de vuelta al siglo 21. Sin embargo, el brote Beatle de esta ocasión es más fuerte, más intenso, ya lleva casi una semana y lo más significativo: es psicodélico, animado y amarillo.

“Yellow Submarine” es el nombre de la tercera película de The Beatles. Vio la luz en 1968, y a diferencia de Help! o A Hard day´s night, ésta es animada. Se supone que The Beatles había firmado un contrato para filmar tres películas, pero al haber realizado las dos primeras, el grupo comenzó a ver con tedio la responsabilidad de filmar la tercera, por lo que la idea de volverlos caricatura y reducir así su tiempo de participación en el proyecto, les pareció fabulosa. No obstante lo anterior, su esencia es el eje central para desarrollar una historia delirante. Bastaron alguno de sus éxitos pasados, un par de canciones nuevas y varias ideas de los músicos ingleses para que la película tuviera toda su alma y fuera el complemento ideal para el momento de psicodelia y locura creativa que atravesaban en ese momento. El estudio de los movimientos de cada uno de los cuatro Beatles, así como sus razgos, frases y modos al hablar hace que efectivamente, uno no mire una fría animación, sino la recreación casi perfecta de los ídolos musicales a su mundo de caricatura.

Mi papá, primer fan empedernido de The Beatles en casa, siempre me hablaba maravillas de ésta película (y de todo lo relacionado con ellos). Alguna vez vi la película con él, pero supongo que en el trajín de los cinco años encontré cosas más importantes que atesorar en mi mente y me olvidé de casi todo, sólo recordaba que aquella caricatura ‘le gustaba a mi papá, pero a mi me había aburrido un poco’. Casi veinte años después, una amiga de mi hermana le prestó el DVD de la película, y una tarde de domingo, sin mucho animo me senté a verla. Grave error, sin darme cuenta emprendí el viaje con cuatro músicos desquiciados pero divertidísimos hacía Pepperland, un paraíso terrenal que de buenas a primeras, se encontraba prisionero a manos de los Blue Meanies, seres que odian la felicidad y la música. La misión no era simple, debíamos emprender un viaje hasta el ‘mar de hoyos’ que conoceríamos criatras fantasticas, mounstros inimaginables y amigos entrañables, llegar a Pimimientalandia después de atravesar el mar verde y liberar de su letargo a la Banda del Club de los Corazones Solitarios, y hacer una rebelión a base de música para traer de nuevo la paz a la tierra del Sargento Pimienta. Eso de los viajes épicos se les da muy bien a los ingleses. Si ya la paz se reestableció en Pimientalandia ¿qué hago yo atrapado en esa odisea que no me puedo sacar de la cabeza?.


Han de pensar mucho que la narración anterior no tiene sentido alguno y es una tontería. Están en lo cierto, pero he ahí su encanto. Dicen que sólo los genios puede hacer de una incoherencia una obra de arte, está película es muestra fehaciente. Todo lo que toca el universo Beatle inmediatamente alcanza el nivel de sublime y está condenado, casi de inmediato, a la idolatría y la inmortalidad. En el caso de Yellow Submarine no sólo son las canciones, tesoros ya de por sí insuperables; también son los colores, los personajes, el modo tan original de darle una visión diferente y madura a contextos que en ese momentos sólo eran atribuibles a Disney, pero que carecían de ese toque de psicodelía y arte pop que de una u otra forma, revolucionaron la manera de hacer animación. Estoy convencido de que esta película en realidad aporto y significó mucho más de lo que se le ha atribuido hasta ahora. Seas o no fan de The Beatles, por dónde la veas es una delicia.


Por si fuera poco, la película cuenta con momentos memorables. Desde que concluye la primera escena, y se empieza a escuchar ‘Yellow Submarine’ seguido de los créditos iniciales de la película, uno siente que se le eriza la piel y se sabe de antemano encantado por lo que verá. Las canciones siempre en el lugar correcto y el contexto adecuado, diálogos con frases de sus canciones en medio de cualquier dialogo. El primer dialogo solitario de Ringo en una calle de Londres y quejándose de que en su vida ‘nunca ocurre nada interesante’ (emulando A hard day´s night) es tan literario que podía fácilmente caber en el inicio de cualquier gran novela literaria. Después viene la aparición de cada uno de los Beatles, cada uno con su mundo; momentos de humor hilarantes que no hacen sino acercarnos más a la personalidad de cada uno de ellos: Ringo el niño que se mete en cuanto problema puede pero que sin duda posee un gran corazón; John el poeta y filosofo; George, sin duda el más maduro y consciente de que ‘todo está en la mente’; y Paul y su tranquilidad y sofisticación. Confieso que muchas veces me boté de la risa y otras tantas, tanto alucine y locura me hacían ver que de verdad, hasta para la locura hay niveles de genialidad.

Divertidos, despreocupado, podían estar en medio de la mayor de las batallas y parecían unos niños curiosos más interesados en hacer comentarios irónicos que en salvar su pellejo, pero eso sí, siempre inspirados. Sí ellos eran así (supongo que la película se quedó corta a su realidad), entonces yo quiero ser un Beatle y vivir todo tipo de aventuras sin ninguna preocupación... y sin embargo, la tengo... ¿qué hago con mi tarde, vuelvo a ver la película, o me salgo en mi auto a recorrer sin rumbo las calles mientras canto con todas mis fuerzas ‘Eleanor Rigby’?

8 comentarios:

GOMÍS dijo...

Los Virus como les decía mi abuela la andaluza son una maravilla. Las películas no me gustan del todo, pero los discos, todos, son geniales... Los tengo todos en diferentes ediciones y cada vez que los re editen los volveré a comprar...

Me pasa lo mismo que a ti: me entra la manía 3 días y luego se va y regresa de nuevo con más fuerza...

Ya compraste el album de "love"???

la dueña dijo...

the beatles uno de mis grupos favoritos ....... canciones?? muchas !!!!! y
en miles de versiones

y es que aquien no ?

Gonzalo Del Rosario dijo...

En realidad, no fue la 3era película de The Beatles, sino la cuarta en su registro como grupo, puesto que antes de ella habían filmado la experimental "Magical Mystery tour" de 1967.

Lo que sí es cierto es que fue la tercera filmada para bajo el contrato con United Artist, puesto que las dos anteriores habían sido: "A hard day's night" de 1964 y "Help!" de 1965, estrenadas en plena beatlemanía.

Obviamente, nos estamos refiriendo sólo a los largometrajes (aunque ni tan largos eran) ya que grabaron, no sé cuántos cortos, los cuales vendrían a ser los video-clips actuales para promocionar sus singles.

Lo que me gusta de las películas de The Beatles, es que mediante éstas, ofrecen a sus fans la oportunidad de apreciar la evolución de la banda, no sólo limitándose a lo musical (hasta en eso innovaron, ahora todas los músicos famosos tienen su videología) sino apreciar todas y cada una de sus etapas: comenzando por la Beatlemanía, pasando por la Psicodelia, hasta el epílogo de su carrera con el triste documental "Let it be" de 1970. Ganador del Óscar a mejor banda sonora.

Sé que a todos nos pasa eso de pegarnos con la música de The Beatles durante tres días, dímelo a mí que llevo 21 años escuchándola, e incluso desde que estaba dentro de mi vieja, porque mi papá también es un beatlemaniaco.

jc dijo...

guacala cabron. guacala.

SOL dijo...

jajaja que varas!!!
yo vi esa peli a inicio de este año con mi primo, pareciamos chiquitos muertos de la risa y cantando a todo pulmón, pero en lo que días después coinsidimos fue en el hecho de que una semana luego de haberla visto nuestros sueños eran mas psicodelicos de la cuenta jajaja
amo a este grupo!!!
me identifico al 110% niño gabriel
un saludo

tu.politóloga.favorita dijo...

wow, buen groupie post!
años después, sir paul termina andando con renee zellweger. qué cosas
saludos!

Lata dijo...

Bravo. Esos bichos eran una maravilla.
Tengo que presumir que festejé mis 27 años con un concierto de McCartney, en su gira denominada "Back in the World" (creo que en algunos sitios se le conoció como Back in the USA). La mayoría de las canciones eran de The Beatles y fue una experiencia maravillosa.
:)

gabriel revelo dijo...

De nuevo, gracias a todos por tomarse su tiempo.


Héctor: Ya lo compré y me parece una maravilla... oigo algunos sonidos y me pregunto si ellos no eran de otro mundo.

Gonzalo: Efectivamente fueron 4, pero una de ellas fue sólo para la televisión... como sea, el legado ahí está y creo que son una parte importante para seguir creando adeptos a la leyenda.

Latamoderna: ¡Que envidia!