Tengo una extraña relación con las historias ambientadas durante la Segunda Guerra Mundial. Ya sea en televisión, literatura o cine, siento que el tema ha sido explotado hasta el cansancio y de cierta forma adentrarme en nuevas obras con el mismo tópico me causa demasiada pereza.
Sin embargo, constantemente termino enredado en alguna de ellas, como si una especie de fuerza invisible me hiciera regresar constantemente a ese momento crucial de la historia moderna. Mi última visita a ese conflicto bélico la hice de una forma poco común pero no por eso poco interesante: Leyendo una novela gráfica que es una especie de fábula pues está protagonizada por ratones.
¿Puede una historia tan cruel como la del holocausto ser retratada por roedores y seguir siendo válida y profunda? Por supuesto que sí, eso me quedó más que claro después de leer Maus, relato de un sobreviviente sin duda una de las novelas gráficas más importantes de las últimas décadas, que incluso se hizo acreedora al Premio Pulitzer en 1992.
Aunque no soy muy asiduo de las novelas gráficas tenía meses queriendo leerla. Aprovechando la época de intercambios navideños que recientemente acaba de pasar, la pedí como una de mis opciones de regalo.
Escrita y dibujada por Art Spiegelman, Maus, relato de un sobreviviente es una novela gráfica publicada de 1980 a 1991 en la revista Raw. Narra la historia real de Vladek Spiegelman (padre de Art), un polaco judío que junto a su esposa Anja sufrió un sinfín de persecuciones y vicisitudes durante la persecución y exterminio que los nazis llevaron en contra de los judios.
Los años que Vladek y Anja vivieron bajo la sombra de la guerra y el holocausto fueron testigos de actos crueles e inhumanos, e incluso los sufrieron en carne propia. A lo largo de las casi 300 páginas que integran esta novela, podemos ver derrumbarse la vida de Vladek, quien pasó de tener una posición acomodada en la sociedad polaca, terminó sumido en la pobreza y luchando por su vida en un campo de concentración.
Para darle vida a los relatos que escuchaba de su padre, Art Spiegelman decidió que los personajes fueran animales asignados a distintos grupos. Los judios eran representados como ratones, los alemanes como gatos, los polacos como puercos, los franceses eran ranas, los estadounidenses como perros, etc. Esto ayudó a darle una nueva dimensión a las historias sobre la Segunda Guerra Mundial y nos permite entender mejor cómo se relacionaban entre sí los distintos actores de ese período histórico.
Podría pensarse que al poner animales y no a humanos en un drama así disminuiría el impacto emocional, cosa que no ocurre, de hecho, el relato adquiere otra dimensión muy peculiar, donde la tensión y los momentos emotivos siguen estando muy presentes. Los trazos en los dibujos de Spiegelman ayudan a darle más crudeza a las desgracias que viven los personajes, con los que uno inevitablemente termina encariñado, volviendo propias sus angustias y sufrimientos.
Esta obra maneja dos tiempos narrativos, uno ubicado en el Nueva York de los años ochenta, período en el que Art intentaba darle vida a una novela gráfica sobre la historia de su padre en el Holocausto, para lo que ambos se reúnen continuamente. La otra es precisamente la historia de Vladek, ubicada en la Polonia ocupada por los nazis de la Segunda Guerra. Ambos relatos nos ayudan a conformar mejor la personalidad de Vladek, y cómo la persecución de la que fue objeto terminó por transformarlo radicalmente.
El Vladek neoyorkino es un anciano obsesionado con el ahorro, el órden y muy cuadrado en su forma de pensar; el Vladek de Auschwitz es un hombre inteligente, generoso y valiente, quien gracias a la buena fortuna y a la toma adecuada de decisiones logró salir bien librado de uno de los mayores horrores por los que ha pasado la humanidad. Estas dos versiones de Vladek en apariencia tan diferentes terminan siendo conectadas y adquiere coherencia cuando terminamos de leer Maus: Relato de un sobreviviente.
Esta novela gráfica es considerada ya todo un clásico y no es para menos, pocas obras referentes al holocausto pueden acercarnos tanto al horror que vivieron los judíos en aquellos años. Aunque para ser sincero, este libro es un documento fiel y conmovedor de la peculiar relación de un padre y su hijo, y de la forma en la que el segundo intenta preservar para siempre la memoria del primero. Y es que no importa el tiempo que pase, hay heridas que nunca se cierran y se transmiten de generación en generación.
Todos deberían leer Maus al menos una vez en la vida.
1 comentario:
que padre escribes y contagias la emoción de leer. ya se me antoja leer el libro. Felicidades por ser como eres.
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