lunes, 8 de febrero de 2010

Hospicio Cabañas


Tiene poco más de 24 horas que lo conocí, suficientes para saber que nunca lo olvidaré y que desde ya, éste sitio se ha convertido en uno de mis lugares favoritos. Como los grandes descubrimientos, llegué a él por mera casualidad y sin mucho entusiasmo, sólo para quedar enamorado de un lugar que se me antoja irreal.

El fin de pasada, compromisos personales me llevaron hasta la hermosa ciudad de Guadalajara, en el estado de Jalisco. Unas horas antes de partir hacia el Distrito Federal caminé por el centro histórico de la también llamada ‘Perla de Occidente’, quedando anonadado por la majestuosa arquitectura (tipo Madrid, pero con su estilo propio) de las edificaciones del primer cuadro de la capital tapatía. Entonces llegué a un edificio cuya fachada invita a caminar en su dirección. El famoso Hospicio Cabañas, del que tantas recomendaciones de visita había recibido se erigía ante mí como una gigantesca mole aun enigmática. Sabía, en primera instancia, que aquel sitio había sido el refugió de cientos de niños sin hogar, así como cuartel de los insurgentes durante la guerra de Independencia. Con esa escasa información entré en el recinto.

Después de atravesar el primer patio interior, lo que uno ve es simplemente indescriptible. De golpe uno se sumerge en una atmosfera con otro aire, una sensación cercana a lo sublime se impregna en nuestros poros al descubrir una inmensa capilla de la época colonial, cuyos muros y techos ostentan soberbios unos impresionantes murales que vistos de golpe, estrujan el pensamiento. Voltear y ver qué no se es el único visitante impactado y con los ojos bien abiertos a lo que sucede alrededor, brinda el confort de saber que se está ante algo real. Titubear uno, dos pasos, no saber a dónde dirigir la mirada, sentirse chiquitito y a la vez agradecido de poder presenciar tan prominente espectáculo.

Entonces el silencio sepulcral y de profundo respeto se rompió por un guía del lugar que entre sus profundos conocimientos del lugar y su amena explicación nos ayudó a comprender (y valorar) mejor lo que estábamos viendo. Sucede que aquel hospicio fue construido por Manuel Tolsa a partir de 1805, por encargo del obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas a la llegada a Guadalajara. En un principio el hospicio fue llamado “Casa de la Misericordia” y teniendo el objetivo de brindar refugio a los huérfanos y desamparados de la ciudad. Tras el movimiento de Independencia, la casa fue recuperada y continúo con su labor caritativa. A partir de 1845 recibió el nombre de ‘Hospicio Cabañas' en honor al obispo Ruiz de Cabañas y a su labor en pro de los más desfavorecidos. Tras la Revolución Mexicana (alrededor de 1937), el muralista mexicano José Clemente Orozco fue invitado por el Gobierno del Estado de Jalisco para plasmar su obra en los muros y techos de la nave principal de la capilla. Actualmente la obra del obispo Cabañas continúa en otro edificio de Guadalajara en el que se socorre a los más necesitados.

Sin embargo lo más impactante de la explicación vino cuando se nos explicó el gigantesco mural al que Clemente Orozco dio vida con una precisión matemática envidiable. Llena de significados, cada una de las escenas trazadas es una invitación al entendimiento de quienes las presencian. Imágenes que recorren la evangelización de México, el choque de dos mundos y sus dos vertientes: lo que se pierde con sangre y salvajismo, lo que se ganó con entendimiento y mestizaje; la condena de la modernidad; el sometimiento circular y eterno del pueblo de México; las artes como liberación de la opresión de un poder mal encausado y lleno de intereses; la grandeza de una raza que está en el ombligo del mundo y cuya grandeza prehispánica permanece dormida más no muerta; el renacimiento que sólo será posible cuando rompamos las cadenas opresoras que desde la conquista nos han atado. Murales que de acuerdo a la ubicación del espectador cambia de posición y perspectiva, algunas de ellas siguiéndonos, otras moviéndose. Tal exactitud y juegos de vista no han sido vistos a tales escalas en ninguna otra obra. Por eso Obama quedó impactado hace unos meses al estar presente en éste lugar que es considerado la Capilla Sixtina Mexicana, por eso mismo ‘El Hospicio Cabañas’ es considerado por la Unesco como ‘Patrimonio de la Humanidad’.



Una autentica maravilla que me conmueve y me hace sentir orgulloso. Me faltan las malditas palabras para darles a entender qué un sitio así es irrepetible en el mundo. México entero cabe en éste espacio inmenso y eterno del que salí en silencio pero con el interior revuelto. Jamás pensé que un sitio así existiera. Quiero volver siempre.

5 comentarios:

Exenio dijo...

Quien visita el Hospicio y no se conmueve seguramente es un pinche robot...

Ulises dijo...

Ese lugar es de verdad Màgico y enorme, aunque a mì me da la impresiòn de que a simple vista no pareciera tan grande.... Es muy bueno, que bien que estuviste ahì! de haber sabido y hasta una cerveza nos hubieramos tomado. En la foto de afuera es la Sala de los Magos. Que surrealista.

Tulius Ciceron dijo...

me late, este fin me lanzo para aya para ver eso :D

Taяuмвa dijo...

Buuuu, yo fui hace poco a Guadalajara y no me llevaron a ese Hospicio :(

gabriel revelo dijo...

exenio: no podría haberlo dicho mejor...

nery: fue un viaje relámpago, pero espero volver en diciembre para la fil. insisto, el lugar es increíble.

maverick: suerte, nos cuentas que te pareció.

tarumba: es una lástima, esperemos que para la próxima vayas =9 Gracias por visitar éste blog.