Reflexivo, triste y tocado emocionalmente, así salí de la
sala de cine después de ver "Después de Lucía", película mexicana
dirigida por Michel Franco y protagonizada por Hernán Mendoza y Tessa Ía.
Durante los días pasados estuve escuchando muy buenas
críticas al respecto de esta cinta, que entre su palmarés está el haber ganado
el premio a la sección 'Una cierta mirada' en el Festival de Cannes 2012. Con
el riesgo que conlleva el ver una película de la que se escuchan comentarios
favorables, fui al cine esperando no salir decepcionado.
Y no fue así.
"Después de Lucía" aborda la historia de
Roberto y Alejandra, padre e hija de 17 años que tras vivir toda su vida en Puerto
Vallarta, se mudan a la Ciudad de México después de que la esposa y madre de
ambos muriera en un accidente vehicular. Así, Roberto y Alejandra buscan
adaptarse lo más pronto posible a su nueva vida. Él entrando a trabajar a como
chef a un restaurante próximo a inaugurarse; ella, ingresando a una
preparatoria en donde en un inicio parece adaptarse fácilmente.
A pesar de que Alejandra y Roberto conviven a diario y
creen que la vida del otro sucede con normalidad, cada uno vive su propio
drama. Él soportando el peso de la soledad y una profunda depresión y confusión
a causa de la pérdida de su esposa. Alejandra, por su parte, empieza a sufrir
bullying de parte de sus compañeros de escuela, provocado por un acontecimiento
suscitado en un viaje a Valle de Bravo.
Padre e hija libran su propia batalla en silencio. Sin
compartir lo que les pasa, quizá por vergüenza, quizá por no causarle problemas
al otro. Las cosas se complican cuando Roberto se encuentra más desolado y la
irá y el abandono impregnan cada aspecto de su vida, al mismo tiempo, el nivel
de acoso y hostigamiento al que es sometida Alejandra alcanza niveles
preocupantes.
Bajo dicha premisa, esta película inevitablemente nos
sacude el interior. Y es que no sólo habla de bullying, problema del que de una
u otra forma todos hemos formado parte ya sea como acosados, acosadores o
testigos. Antes de eso, "Después de Lucía" habla de la
incomunicación, de esa incapacidad de compartir los sentimientos y tragarnos
para nuestros adentros aquel veneno que por diversas causas amenaza nuestras
vidas.
Son varias las veces que a uno como espectador se le
aplasta el corazón. Incluso por momentos se desea poder entrar a la pantalla y
defender a Alejandra o darle un abrazo comprensivo a Roberto. Ni qué decir del
final apoteósico que nos obliga a guardar silencio mientras salimos de la sala de
cine.
Las actuaciones de los dos protagonistas simplemente son
memorables. Inmediatamente nos capturan y adentran en la dinámica del
personaje. Estéticamente la película ofrece una calidad aceptable, mostrando
por momentos tomas interesantes y jugando con los silencios y escenas
prolongadas en función de la historia y lo que se desea proyectar. Quizá haya
algunas incongruencias en el guión, pero son aspectos mínimos que hacen de esta
película un proyecto interesante y que merece todos los comentarios optimistas
que ha recibido por parte de la crítica.
Tengo varios fragmentos de "Después de Lucía"
bien grabados en la mente. A pesar de haberla visto hace dos días, la historia
de Roberto y Alejandra sigue jugando con mi entendimiento. Eso y nada más es lo
que uno quiere encontrar cuando va al cine.
De verdad, vale la pena… aunque la mitad del tiempo una
se sienta asfixiado de tristeza.
3 comentarios:
YA ME DIERON GANAS DE VERLA... OJALA PUEDA ESTE FIN :)
UN ABRAZO
ANGELICA
MEDIERON GANAS DE VERAL...OJALA PUEDA ESTE FIN. UN ABRAZO!
ANGELICA
La acabo de ver esta mañana,acordandome de tu critica,que fue lo que me motivo a verla,esta muy conmovedora,muy fuerte,pero la cinta obliga a pensar,esto del bullying quizas es inevitable pero hace falta mas conciencia en las personas,en los niños, en los padres de los niños y mas atencion de estos hacia sus hijos.
-Alba Moya
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