Si hace
unos años me hubieran dicho que en agosto del 2012 estaría comiéndome las uñas
y al borde de una taquicardia emocional a causa de una competencia de tiro con
arco, simplemente no lo creería.
Y sin
embargo pasó.
A unas
horas de presenciar sendos duelos de esta disciplina en Juegos Olímpicos, sigo
profundamente emocionado. Y es que hoy, Mariana Avitia y Aída Román ganaron medallas
de bronce y plata en el tiro con arco femenil para México. Sin que nadie lo
esperara, sólo ellas, que nunca dejaron de confiar en su talento y preparación.
El día
en apariencia pintaba para ser como cualquier otro. Llegar a la oficina a las 7
de la mañana. Tener la tele prendida sabiendo que competirán las mexicanas y
tontamente pensar que lo más probable es que no pasara nada sobresaliente.
Disfrutar como nunca el que tanto Aída Román como Mariana Avitia me callaran la
boca, y sacaran respectivamente a una competidora italiana y a otra surcoreana
que eran de las favoritas, clasificándose ambas a la semifinal.
Y ahí
empezamos a soñar. El que las dos mexicanas se enfrentaran en semifinales
garantizaba la obtención de al menos una medalla. Llegaron entonces los minutos
vertiginosos, esos en los que dejé el trabajo de lado, no porque fuera un
desobligado sino porque los nervios no me dejaban pensar en nada más.
Así
llegó la semifinal entre mexicanas. Una sensación rara el ver a dos
compatriotas enfrentándose en una instancia tan importante: nada más ni nada
menos que una semifinal olímpica. De este duelo de ensueño resultó vencedora
Aída, mandando así a Mariana a un duelo contra Estados Unidos por la medalla de
bronce.
Esa
confrontación fue resuelta con madurez por la regiomontana, quien a base de
inteligencia se hizo merecedora de la medalla de bronce. Tercera medalla para
México en Londres 2012, y aun faltaba lo mejor. Sin mucho tiempo para celebrar
comenzó la final, la cual no pudo ser más dramática.
México
vs. Corea del sur. Un inicio incierto en el que la asiática comenzó luciendo
dominante, hasta que el corazón de Aída hizo que se repusiera y empataran en
puntos después de cinco sets. Todo se definiría en una sola flecha. El momento
no podía ser más emotivo. El primer tiro de la surcoreana fue a dar al 8. Olía
a medalla de oro, aunque por desgracia la flecha de Avitia fue a dar también al
8. El tiro de Corea estuvo más cerca del centro. Se perdía el primer lugar pero
se ganaban dos medallas inesperadas, que por lo mismo supieron a gloria.
Si
resulta emocionante ver a un mexicano en el podium olímpico, ver a dos es un
autentico regalo, un tesoro invaluable que me tenía al borde de las lagrimas.
Ver dos banderas mexicanas elevándose en la premiación fue la cereza del
pastel.
Nunca
creí en cupido. Pero esta mañana fui flechado por un par de flechas que me
hicieron enamorarme del coraje y entrega de un par de mexicanas, que nos hacen
creer que no hay rivales ni miedos invencibles.
Gracias
Mariana por el bronce, gracias Aída por la plata.
Me
prometí escribir un post cada que se ganara una medalla en Londres 2012, espero
aun me falten muchos textos más.
2 comentarios:
Ahora si me hiciste que mi orgullo por México se duplicara con esta entrada.
La verdad que la emoción fue inmensa un momento de tensión y sabor en la boca más dulce que ningún otro y que esa derrota no se sintiera tan amarga por el compañerismo y la muestra de respeto que demostró la Coreana ante la perseverancia de Avitia durante la competencia.
Muchos saludos y Ojala haya más entradas, en especial una con oro ;)
Ale: Totalmente de acuerdo, yo también me sentí muy orgulloso esa mañana. En general estos triunfos sirven para darnos cuenta de lo valiosos que somos como país. Gracias por el comentario.
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