Tendrá
más o menos un mes, que en una reunión con amigos, platicaba con mis amigos
Ángel y Rosalía cuando de la nada surgió el tema.
-… y
qué tal, que ‘Fulanita de tal’ ya tuvo un hijo.
Y se
hizo el silencio, y ambos me voltearon a ver.
-¿Qué
no sabías? Me preguntaron angustiados, como disculpándose.
-Pues
no. Respondí
-¿Ya
ves?, ¡para que le dices!. se reclamaban entre ellos.
Yo veía
el espectáculo más bien divertido. Ángel y Rosalía pensaron que la noticia me
afectaría. Y es que ‘Fulanita de Tal’ anduvo conmigo en la universidad…
* * * * *
Acapulco
Guerrero, Diciembre del 2004
Viaje
de Graduación de la Universidad
Supongo
que uno se da cuenta cuando una historia llega a su fin. Por más intentos que
después uno haga por prolongarla o extenderla, siempre hay un momento en el que
se atraviesa del ‘quizá’ al ‘nunca
más’. En mi caso fue cerca de las 7:30 de la mañana, al pie de una playa.
Soportando la cruda física y sobreviviendo a la resaca moral. Tras dos días de
idas y venidas emocionales, en las que mi corazón sufrió más subidas y bajadas
que en una montaña rusa, terminé por darme por vencido.
Ese
día, tirado en un camastro, solo y con ganas de estar en cualquier otra
circunstancia, veía salir el sol mientras analizaba todo por lo que había
pasado en los últimos dos años, y más aun, en esos días: un tequila Sunrise,
una plática afuera de un centro comercial, unas copas de cristal arrojadas
desde el balcón de un treceavo piso, una mañana triste a lado de una alberca,
una noche en un bar que acabó con cualquier ilusión, o un caminar por la
costera de madrugada (descalzo, como zombie y con los pies hechos pomada).
Horas
después partí de regreso a la Ciudad de México en un estado deplorable. Viendo
negro el porvenir y convencido de que cualquier noticia sobre ‘ella’ en el
futuro, me devastaría.
* * * * *
Y no
fue así. Muy al contrario. Vi la foto donde aparece con su bebé, me dio gusto por
ella y proseguí aquella noche como si nada. Ignoro en qué momento una noticia
así perdió su capacidad de destrucción masiva en mi existencia. Debí intuir que
estaba fuera de todo embrujo la tarde que me atreví a releer las cartas que alguna vez le escribí , y más que tristeza, sentí pena ajena por mi cursilería.
Algo
similar ocurrió cuando hace año y medio, mientras curioseaba en Facebook me
topé con la foto de la boda de “Sutanita”, esa muchacha de la que estuve
enamorado durante los años en los que cursé la preparatoria…
* * * * *
Puerto
Vallarta, Junio del 2000
Viaje
de Graduación de la Preparatoria
Un
viernes por la noche, se celebraba una misa en uno de los salones del hotel
donde todos nos hospedamos. Como la escuela de la que salía era religiosa esa
era la forma en la que aquella generación nos decíamos adiós. Llevaba cinco
días en Vallarta siguiendo cada uno de los pasos de ‘Sutanita’, intentando
crear casualidades y tratando de hacer que esas tardes me sirvieran más que los
tres años en los que por cobardía no me atreví a decir nada.
Quería
declarar mi amor, aunque no tenía ni el más mínimo argumento ni indicio que me
dijera que ese acto suicida tendría aunque fuera un poquito de éxito. Ya sé que
era muy tonto pedir un milagro cuando no se hace ni lo más mínimo por
conseguirlo. Aun así, aquella misa de una hora se me iba como agua. No quería
que acabara porque sabía que tras ella, tres años llegarían a su fin, y mi
ridícula persecución terminaría en nada.
Por
eso, mientras compartía por última vez el mismo espacio físico con ella,
decenas de escenas se repetían obsesivamente en mi mente. Lo peor es que esa
historia sólo me la conté yo, y por lo tanto, sólo a mi me lastimaba.
Terminando la misa subí al camión sin atreverme a mirar atrás. Dormí durante
todo el viaje de regresó a la ciudad y no volví a ver a ‘Sutanita’ más que dos
veces más. Pensé que el día que me enterara de que anduviera o se casara con
alguien más mi mundo se derrumbaría…
* * * * *
Y
cuando eso pasó no se derrumbó nada. Ni siquiera hubo un leve temblor. Por
curiosidad vi la foto de aquella boda y de ahí seguí perdiendo el tiempo en
otras paginas de Internet. De estos rencuentros con ‘Fulanita de Tal’ y
‘Sutanita’ aprendí que los dolores, por más intensos que parezcan, algún día
pasaran. En algún momento las heridas no sólo cierran, sino que también
enseñan.
Con el
tiempo la vida va poniendo a cada quien en su lugar, y ahora yo me encuentro en
un buen sitio. Viviendo mi propia historia con alguien más y viendo hacia delante.
De esos días en Acapulco y Puerto Vallarta sólo queda el recuerdo. De mi
presente quedan cientos de hojas en blanco, las cuales estoy ansioso por
escribir.
2 comentarios:
Lo mejor es que hoy, tienes una niña linda que se ve que te quiere, educada y sobre todo con la que te ves muy feliz y contento. Viva Tan! Atte. July
July: Claro, hoy eso y otras muchas cosas están bien :)
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