Parte del encanto de la Feria Internacional del Libro de
Guadalajara, es la posibilidad de toparnos frente a frente con grandes figuras
de la literatura internacional. Una de ellas es Jonathan Franzen, novelista
estadounidense que el pasado 25 de noviembre encabezó la apertura del Salón
Literario.
Si en ediciones anteriores de la FIL, el Salón Literario
fue engalanado por escritores legendarios como Orhan Pamuk, José Saramago,
García Márquez, Nadine Gordimer, Jaime Sabines o Mario Vargas Llosa, en esta
ocasión el encargado de hacerlo no demerita tal honor.
Jonathan Franzen, escritor nacido en Illinois en 1959, es
considerado uno de los mejores novelistas estadounidenses de la actualidad.
Autor de Ciudad veintisiete (1988) y Movimiento Fuerte (1992), alcanzó fama y
notoriedad gracias al talento narrativo que mostró en Las Correcciones (2001), con
la que obtuvo el National Book Award y el Premio James Tait Black Memorial.
Nueve años después, su consagración a nivel mundial llegó
con Libertad, novela aclamada por los críticos y expertos de un gran número de
países.
Con estos antecedentes se presentó Franzen en
Guadalajara, donde fue condecorado con la primera Medalla Carlos Fuentes.
Presea que recibió arrodillado ante Silvia Lemus, viuda de Fuentes.
“Es un honor el ser el primer ganador de esta medalla,
realmente me complace (…) se trata de un reconocimiento a mi entrañable amigo”
Ya en la charla moderada por Jorge Volpi, Franzen
profundizó durante hora y media sobre el sucio trabajo del escritor. Señaló que
la magia de una obra literaria se desata cuando los lectores creen que lo
narrado a modo de ficción es real.
“Digamos que si cuento que me he acostado con dos mil
prostitutas en los últimos quince años, eso causaría un efecto poderoso en mi
interlocutor, pero el secreto está en lograr ese mismo efecto desde un
personaje ficticio, que no tiene inmediatez pero sí más posibilidades de
universalizarse por no ser concreto”.
Guiado por Volpi, Franzen habló sobre los personajes de
Las correcciones y Libertad sus dos novelas más recientes. El proceso de
inspiración y creación que el novelista sigue es primero crear la voz en su
mente, para después darle la apariencia y modelarlo de acuerdo a la situación
política del momento.
Y es que si algo afecta la literatura de Franzen, es
precisamente la política. En ese aspecto, confesó que durante la administración
de George Bush sufrió de soledad y depresión, sentimientos que dieron origen a
Libertad, palabra por cierto, muy usada en esos días por el entonces mandatario
estadounidense.
“En 2004 estaba tan enojado por la guerra y la
administración Bush, que no podía desarrollar la novela que quería. El momento
político influyó en mis historias”.
Walter, protagonista de Libertad, viene de Minnesota. Se
supone que los habitantes del Medio Oeste estadounidense tienen la costumbre de
ser buenas personas. Cuando Walter llega a Nueva York y entra al metro se da
cuenta que los demás abusaban de su buena voluntad. Dejaba a todos subir al
vagón y cuando él quería abordar ya no se lo permitían.
Para Franzen, algo así sucedió con la sociedad
estadounidense durante el mandato de Bush: se estaba abusando de quienes eran
buenas personas. Walter es ese personaje que tras años de abuso explota. Esto
termina siendo una apología de lo que pasó con los estadounidenses.
El novelista dejó ver algunos de sus gustos personales:
le gusta escuchar música en el gimnasio y observar aves, también ve las redes
sociales como una adicción moderna que funciona como paliativo para soportar la
soledad.
Cuando un asistente del público le preguntó qué se sentía
ocupar un sitio tan importante en la literatura mundial, Franzen contestó: “Ser
escritor es un trabajo sucio, estás demasiado expuesto. Uno nunca debe tener
una opinión demasiado elevada de uno mismo”.
Así finalizó una charla enriquecedora y muy interesante, prueba
de que un buen novelista siempre tiene mucho que contar sobre lo ya escrito.
*** Nota de mi autoria, publicada originalmente en Sopitas.com
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