Adormilado, más ojeroso que de costumbre
y con la sensación permanente de estar sin estar. Así he pasado las últimas
horas desde que un avión me trajo de vuelta a la Ciudad de México esta
madrugada.
Regresé después de pasar cuatro días en
Guadalajara, o mejor dicho, en la Feria Internacional del Libro Guadalajara
2012. Decir que estuve en Guadalajara sería tanto como mentir, pues lo cierto
es que la Ciudad a penas y la visita ya que la mayor parte del tiempo me la
pasé en este que es el festival literario más importante del idioma español.
Y qué les digo… quienes me conocen saben
que ese es uno de los eventos que más puedo disfrutar en la vida. En el 2010 fui por primera vez y quedé fascinado, ahora que volví le agarré aun más gusto
a esta feria que ya se me hace imprescindible. La primera vez vine por placer.
Ahora igual, pero también fui a trabajar.
El medio para el que trabajo me mandó a
cubrir el evento, y por supuesto no desaproveché la oportunidad. En parte por
eso dejé de escribir estos días en este mi siempre adorado blog. Ahora que
estoy de vuelta, aprovecharé los próximos días para ir posteando parte del
material que estuve publicando estos días. Textos pequeños pero significativos,
escritos en mi cuarto del hotel por las noches y en los que intenté plasmar lo
emocionante que me resulta ir a este festival de las letras.
La FIL de este año me dejó muy cansado (y
gastado por tanto libro que compré). Fueron días caóticos de ir y venir de una
conferencia a otra. De recorrer pasillos interminables llenos de libros, de
escribir notas en las noches y por las mañanas, y de dormir muy poco.
Sin embargo la experiencia lo valió… los
próximos días les iré compartiendo lo que viví. Por lo pronto, les dejo esta
reflexión que escribí cuando acababa de llegar a Guadalajara:
Basta haber sido seducido alguna vez por
un buen libro para que este evento se nos antoje imperdible. Ver de cerca a
esos escritores cuyas letras nos han hecho viajar a los lugares más lejanos,
estar en las presentaciones de los nuevos títulos que seguramente llenarán los
estantes de las librerías durante los próximos meses, intercambiar impresiones
con otros locos que también ven en los libros una maravillosa oportunidad de
ampliar los propios horizontes. A una Feria del Libro como esta se viene a
perderse entre millones de obras, mientras esperamos el milagro de encontrar la
próxima historia que capture nuestro entendimiento.
En mi caso, ignoro en qué momento caí
preso de esta dulce adicción que es la lectura. Supongo que todo comenzó cuando
empecé a leer fascinado el “Capulinita”, un pequeño cuentito que narraba las
aventuras del personaje interpretado por Gaspar Henaine. Años después, me dio
por devorar cómics. Superman, Los Hombres X, Batman o Spiderman, daba igual
quién fuera el súper héroe, lo importante era vivir más vidas, estar ante la
perspectiva de ser otra persona y vivir aventuras inimaginables sin necesidad
de salir de mi cuarto.
Un salto aun mayor se dio cuando una
profesora de la prepa nos habló con pasión de la “La Divina Comedia”, novela de
Dante Alighieri. La leí fascinado, en cuestión de días aquella formidable
historia sobre un hombre que recorre los infiernos buscando a su Beatriz me
cautivó. Desde ese momento no he dejado de leer y de adoptar ídolos que no son
actores ni músicos famosos, sino escritores.
Kundera, García Márquez, Murakami,
Fuentes, Hesse, Rulfo, Cortazar, o Kafka, por citar una injusta minoría, son
algunos de los constructores de esos universos en los que he habitado. Un mundo
construido en hojas de papel, y que me resulta mucho más vasto y coherente que
el real.
Ya veremos que me deja esta FIL
Guadalajara, que por lo pronto me recibió con los brazos abiertos.
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