Escribo estas palabras desde la convalecencia. Medio
dopado por las medicinas, con el cachete inflamado y la boca algo adolorida. Y
es que hace dos días me operaron para sacarme una muela del juicio.
Originalmente
tenía programada esta cirugía para hace un mes, pero se canceló a última hora.
Como no me agradó ni se me hizo profesional el que se suspendiera la operación
minutos antes ‘porque no llegó el anestesista’, pues busqué otro consultorio en
donde me quitaran la muela.
La mamá de Tania
me recomendó un dentista, amigo suyo desde hace años y con el que me aseguró,
no me dolería nada. Esto último fue lo que me convenció casi de inmediato. Así,
después de una cita de valoración, mi cirugía quedó programada para el 15 de
noviembre a las 3 de la tarde.
Ese día llegué
puntual al consultorio en donde ya me esperaba el dentista, su enfermera y una
cirujana máxilofacial. Después de hacer mi show y unas cuantas bromas estupidas
sobre mi operación (suelo hacerlo cuando estoy nervioso), la cirujana me
preguntó si me sacaría una o las dos muelas que tengo. Decidí que de momento
sólo me extrajera la que me había estando lata, pues la otra podía esperar unos
meses más.
Lo anterior no fue
solamente por marica, sino porque detectaron que la muela que me había estado
dando lata estaba infectando la encia y la muela vecina. Hasta mencionaron que
ya me salía pus, por lo que había que ponerle especial atención al problema. En
esas circunstancias, prefería primero lidiar con esa muela del juicio y el
desastre que estaba causando, y luego centrarme en la otra. Como dicen ‘un
problema a la vez’.
Para quienes no
los hayan operado por una muela del juicio, les explicaré cómo esta la cosa.
Primero te aplican
varias inyecciones en la encia y zonas cercanas a la zona en la que se
encuentra la muela. A diferencia de otras veces que me han puesto inyecciones
semejantes, esta vez la anestesia fue más
potente, y en cuestión de minutos ya tenía adormecida la encia, la
lengua y los labios. No sé cuantos piquetes me pusieron, pero el objetivo había
sido alcanzado: ya no sentía nada.
Entonces cubrieron
mi rostro con una especia de manta que sólo tenía un orificio por dónde salía
mi boca. A partir de entonces no vi nada más. Me pusieron una base de hule para
detener mis dientes y la cirujana comenzó a trabajar. De pronto mi boca se
llenó de liquido. Sospeché que acababan de abrirme la encia con un bisturí, y
aquella humedad era sangre. Por fortuna no sentía dolor alguno.
Mientras todo eso
pasaba, la cirujana (a la cual le calculé menos de 40 años y me cayó a todo
dar) platicaba con el dentista y la enfermera de temas muy diversos: lo que se
compraría en el Buen Fin, cuál era su coche favorito o sobre su ex novio con el
que volvía una y otra vez. La verdad todas esas conversaciones ayudaron a que
me distrajera y el trámite de la operación se me hiciera más rápido.
En algún momento
escuché que la muela del juicio era demasiado grande, por lo que mejor convenía
partirla en pedazos. Entonces, con una herramienta que sonaba a taladro,
comenzaron a destruir la muela. Salió un pedazo, luego otro, y finalmente, tras
batallar mucho, desprendieron el trozo faltante. Con cada jalón aquel diente
infernal tronaba, pero no sentí dolor alguno.
Todo esto lo
hicieron con mucho cuidado, pues la muela de a lado se encontraba muy cerca y
no querían lastimarla más de lo que ya estaba.
Después de revisar
que no hubiera quedado alguna raíz, cocieron mi herida. Sentía un hilo ir y
venir, pero nuevamente nada me dolió. Así terminó todo. Me recetaron
medicamento, me dieron indicaciones y me retiré.
Aquí la maldita
desgraciada:
Desde entonces me
la he pasado dopado. Tomo analgésicos cada 8 horas, y un desinflamante y
antibiotico (por eso de la infección) cada 24 horas. Debo comer nieve
continuamente y ponerme hielo en el cachete. Tengo que dormir semi sentado, no
hacer esfuerzos físicos ni asolearme. No me he sentido tan mal como pensaba,
pero sí un poco incomodo. En esos momentos tengo inflamación y los medicamentos
me tienen con mucho sueño y dolor de cabeza. Pero bueno, dijeron que era
cuestión de unos 5 días para estar mejor.
El viernes falté
al trabajo, y debido al puente me presentaré en la oficina hasta el martes.
Espero estar más repuesto para esa fecha.
Y así fue la
operación. La verdad esa cirujana hizo un buen trabajo, al final, este calvario
está resultando menos pesado de lo que creí. Lo malo es que la otra muela del
juicio sigue ahí, amenazante. No esperaré a que me de lata, por lo que en unos
4 meses programaré mi próxima cirugía.
6 comentarios:
Ja ja que asco la foto de esa muela.
Encontre de casualidad tu perfil. googleando una frase "querer escapar de la vida y no poder". Estoy viviendo momentos complicados y de ahi la frase. Muy bueno lo que escribis, yo tambien suelo escribir cosas que luego no me gustan pero las conservo. Te felicito. Mi nombre es laura y mi correo electronico es henriquez_laura@hotmail.com soy de Argentina. Saludos cordiales.
Hola Laura, muchas gracias por tu comentario y por haber llegado a este blog. Ánimo, sin saber por lo que pasas recuerda que 'porque vas para arriba, cuando debajo ya no hay nada'. Ojalá luego me pases algo de lo que has escrito y vuelvas por este espacio cuando gustes. Un abrazo desde México.
Hola Gabriel a ti no te dolía por la anestesia pero a los que leemos como que nos da un hipocondriaco dolorcito en las muelas.
Jorge: Jajaja, sí, se que suena aparatoso, pero en unos días la molestia cada vez va siendo menos.
Pues fíjate que igaul mi cirugia fue a las 3 de la tarde, me extrajeron las 4 muelas!! Llegué a casa un poquito inflamada, dormí hasta como las 8 pm y ni inflamación ni nada!! Soy una súper héroe o algo así :D
Leti: ¡qué bien que no sufriste! al final esto de las operaciones le pega de forma diferente a cada uno :P
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