Tendrá unos siete años que escuché por primera vez a
Jorge Dorantes alias 'El Llorch’ en un programa de radio. En ese entonces él
colaboraba en el programa de radio “La Taquilla”. Confieso que me cayó bien
desde el principio. Su estilo ingenioso y lleno de humor negro para decir las
cosas, lo dotaban de esa habilidad de decir cualquier barbaridad y caer bien.
Talento ansiado por muchos, pero que pocos poseen.
Después terminó su ciclo en dicho programa y le perdí la
pista por años. Hace no mucho se reintegró como colaborador de la emisión radiofónica
“Dispara Margot, Dispara”, donde volví a reencontrarme con sus mordaces
comentarios que más de una tarde me hicieron botarme de la risa. Hace un par de
meses, al aire le preguntaron por el nombre de su novela. Así me enteré que en
el 2001 Jorge Dorantes había publicado “Nada que ver”.
“Si ese libro es tan ingenioso como su autor, debe ser
una locura”, pensé.
Y lo fue. Aunque dar con esa novela no fue fácil. Pasé
más de un año en su búsqueda. Preguntando por aquí y por allá sin que nadie me
pudiera dar información fidedigna sobre el libro. Justo cuando ya me había
hecho a la idea de que no lo leería, me topé con “Nada que ver” hace unas
semanas en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en el stant de
Editorial Era.
Y lo leí en tres días.
Sólo son 125 hojas, cantidad más que suficiente para que
Dorantes me dejara muy en claro que es un gran escritor. Su mismo estilo al hablar
en radio, se replica y muchas veces se magnifica, en cada párrafo. Perdí la
cuenta de las veces que me retorcí a carcajadas, o de las ocasiones en las que
de plano tuve que interrumpir mi lectura para decirme a mí mismo ‘este güey es
un cabrón’.
La trama de la historia podría parecer simple: Rodrigo, un
pesimista crónico temeroso de las vueltas del destino, semi enviciado a las
drogas y al alcohol, felizmente casado y con 2 amantes atractivas y que lo
tratan como rey. Alrededor de él gira un grupo de amigos treintañeros, todos con
relaciones de pareja disfuncionales y dudas existenciales que a cualquiera que
ande rondando el tercer piso le parecerán más que familiares.
La historia da un giro cuando Rodrigo se gana un fabuloso
premio en un sorteo, cambiando de manera radical su estilo de vida y moviendo
su zona de confort, situación que lo aterra y lo lleva un loco y vertiginoso
desenlace.
Temer que la buena suerte que se posee de pronto se te
revierta. Dudar de las verdaderas intenciones de todo lo afortunado que te
pasa: Tal es el pensamiento que atormenta la mente del protagonista.
Altamente disfrutable, esta novela retrata como pocas un
estilo literario muy mexicano que sin embargo ha sido poco explotado: el de las
angustias de los adultos jóvenes clase medieros. Los personajes de este libro
no viven en la pobreza, mucho menos en la opulencia, se alejan de los clásicos clichés
del mexicano para adentrarnos en una narrativa más contemporánea y que por lo
tanto, nos conquista por cercana.
Con tantas risas, reflexiones y detalles ingeniosos a lo largo
de la novela, el lector termina con una franca y sincera sonrisa en los labios,
y el corazón tatuado de una extraña mezcla de melancolía e incomodidad por la
vida. Reír de la desgracia que en el otro es una tragedia, pero con el temor de
que un día la mala fortuna revire en nosotros.
Aquí un extracto del libro:
- ¿Cómo has estado esta semana?
- No sé. Hay algo que me tiene un poco extraño.
- ¿Angustiado?
- Supongo. He estado pensando en cómo hacer una cosa es
dejar de hacer muchas otras. Estar en un lugar implica no estar en otros
cientos de miles de lugares. La vida es como un Tower Records gigante del que
te dejan llevarte todo lo que puedas tomar en quince segundos; escoger algo es
renunciar a millones de otras opciones. ¿Has pensado la enorme cantidad de
cosas que dejas de hacer cuando te estás bañando? En cada decisión que uno toma
viajan todas las que se abandonaron. Me angustia todo lo que no hago. Lo que
nunca voy a hacer. Y como ninguna opción parece lo suficientemente valiosa para
renunciar a las demás, prefiero no hacer nada.
- Lo que necesitas es un poco de estructura. Hacer algo.
¿Te has metido algo en estos días?
- Sí.
Ese día mi psiquiatra me hizo entender que para mí una
vida sin drogas era como una vida de monasterio, como un chorizo naturista, un
Pac-Man sin fantasmas ni pastillas.
Léanla, les prometo que pasarán un buen rato y les caerán
varios veintes.
“Nada que ver” es publicado por Ediciones Era.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario