A pesar de que la presentación de su novela más reciente en
Guadalajara sería el pasado jueves y yo regresaría a la Ciudad de México dos
días antes, sabía que había la posibilidad de encontrármelo en algún momento.
En gran parte, a una Feria del Libro como la de Guadalajara
uno va para convivir con sus ídolos literarios, aunque en este caso, a él ya lo
vea como a un entrañable amigo. A pesar de haberme encontrado con él en múltiples
ocasiones, siempre será un gusto charlar con Xavier Velasco.
El martes 27 de noviembre, después de entrevistar a Juan Villoro en el lobby del hotel Hilton de la Perla Tapatía, lo vi a lo lejos y me
acerqué a saludarlo. Sonrió al reconocerme e inmediatamente comenzamos a
charlar. Parece mentira que después de haber convivido con él en una reunión celebrada en un bar de la Ciudad de México, o en la FIL de hace dos años (por
citar sólo alguno de nuestros encuentros), Xavier siga siendo la misma persona
amable y sencilla de siempre.
Esa tarde aproveché para hacerle un par de preguntas
sobre "La Edad de la Punzada", su novela más reciente, y publicarlas en el
medio para el cual trabajo, mismas que les comparto a continuación:
Xavier, un gusto encontrarte en la Feria Internacional
del Libro de Guadalajara, ¿Para ti que significa este encuentro de las letras,
y cuál es el primer recuerdo que tienes de ella?
Esta Feria es un poco mis vacaciones, es donde me la paso
mejor. Mi primer recuerdo claro fue diez años atrás, la primera vez que vine y
tuve una presentación que a mí me divirtió mucho con Arturo Pérez-Reverte, que
es un gran amigo mío. Recuerdo eso, el detalle tremendo que tuvo Arturo de
venir hasta acá sólo por eso. Me lo dijo desde Madrid ‘yo voy a presentarte’, y
él es un tipo de palabra, entonces recuerdo esa presentación, con toda esa
cantidad de gente, con estos lectores que son ‘lectores hinchas’, muy impresionante.
Hasta la fecha me la paso muy bien aquí.
En esta ocasión presentas “La Edad de la Punzada”. Desde
que lo escribiste y publicaste hasta ahora, qué ha cambiado en ti tras tanto
hablar de él en presentaciones y entrevistas. ¿Tu idea de la historia sigue
igual o se ha modificado un poco?
Mi idea de la historia se va adelgazando porque yo no
vuelvo a leer mis libros.
Especialmente este libro, que fue escrito muy
visceralmente, me exigió hacer presentaciones muy viscerales, creo que ha sido
una evolución creciente hacia el mundo de los sentimientos. Es decir, en la
primera presentación trate un poco de guardar todo lo que me dolía, toda la
parte trágica, y poco a poco, conforme fui haciendo las presentaciones me di
cuenta que esa parte trágica era la estrella del libro. Fui asumiendo y
tratando de intelectualizarlo lo menos posible.
Ahora sé que todo este libro es un asunto puramente
emocional, quizá no lo tenía tan claro al principio.
¿Volverías a repetir la experiencia de adentrarte tanto
en tu vida a la hora de narrar, o es asunto cerrado?
No, yo ya acabé. Conté una historia de mi infancia, y
otra de adolescencia, a partir de ahí mi vida es privada.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiera ser escrito? ¿Por
dónde comenzar?
Pues es que… mira, mi consejo es muy fácil, lo difícil es
seguirlo. Vargas Llosa alguna vez dio dos mandamientos que hasta la fecha yo
considero absolutamente trascendentales. El primero: ama a la literatura sobre
todas las cosas. El segundo: haz lo que se te dé la gana.
Para escribir bien, vamos, no porque yo piense que
escribo bien, pero el camino para escribir bien tiene que ver con un compromiso
absoluto, con trabajar mucho, con escribir todos los días. Digo ‘trabajar mucho’,
pero uno no se da cuenta que es trabajo. Hay que amarlo mucho y hacerlo diario.
Es como si me preguntas ‘¿cuál es el secreto del éxito en una pareja?’. Pues
bueno, conquístala todos los días, porque si no la conquistas todos los días la
vas a perder, y con la novela es lo mismo. A la novela hay que conquistarla
diario, si no se olvida de ti, te abandona y tu vida se convierte en una
basura.
Pero claro, esto es para quien ya está adentro. Hay mucha
gente que dice ‘quiero ser escritor’, te voy a decir algo, yo nunca estuve tan
seguro de querer ser escritor, en muchos momentos lo asumí con resignación.
Como diciendo ‘pues ni modo, voy a tener que ser esto porque no sé hacer otra
cosa, porque no me interesa otra cosa, y porque siento no tanto como que yo elegí
la profesión, sino que ella me eligió. Entonces, uno solamente sabe que va a
ser escritor cuando ya la profesión y el vicio por ella crecieron más allá de
lo que uno puede controlar, de lo que uno puede evitar. Cuando esta profesión
es inevitable es el momento en que uno sabe que es escritor, porque ya no puede
hacer nada al respecto.
+ + + Después charlamos más tiempo, pero esa conversación me la
guardo en ese rincón de la mente donde se atesoran las enseñanzas de un maestro
y amigo.
*** Las preguntas de este post fueron publicadas originalmente en Sopitas.com
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