En el pasado post les hablé de algunos detalles que se
quedaron grabados en mi mente acerca de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles
'84, Seúl '88, Barcelona '92 y Atlanta '96. Ahora les narraré de lo que mi
memoria atesora de las tres últimas olimpiadas que he presenciado.
Sidney 2000
En 1998 mi tío Miguel vivió por unos meses en Sidney,
Australia. A su regreso a México nos trajo varios obsequios, algunos alusivos a
los Juegos Olímpicos que se celebrarían en aquella ciudad un par de años después.
A mi hermana le regaló una playera negra que tenía a las tres mascotas de la
competencia, las cuales se asomaban sobre el planeta tierra y señalaban el
punto exacto en donde se ubica Sidney. Ella la usó un par de veces, hasta que
un día me la probé y me quedó tan bien que me la quedé.
A donde iba con esta playera me sentía importante,
después de todo, uno año antes del evento, ¿quién podía presumir de tener una
prenda original de juegos olímpicos traída del otro lado del mundo?
Previo a la competencia nuevamente junté los vasos de
cristal que sacó Coca Cola.
Llegó el verano del año 2000 y la celebración de los
juegos de Sidney coincidieron con mi ingreso a la Universidad. Apenas llevaba
unas semanas de haber iniciado clases cuando dio inició la justa deportiva. Tres
días después de la inauguración, la madrugada de un lunes me levanté antes de
las 5 de la mañana para alistarme e irme en camión hasta la Universidad. Prendí
un rato la televisión. Se transmitía la final femenil de halterofilia y una
mexicana estaba entre las finalistas. Presentí que podría caer alguna medalla
para México, por lo que fui a despertar a mi papá. Juntos vimos el triunfo de
Soraya Jiménez. Hasta ese momento nunca había visto a México ganar una medalla
de oro. Observar cómo se eleva la bandera de tu país mientras suena el Himno
Nacional en el evento deportivo más importante del planeta simplemente es
maravilloso. Más tarde en clase todos hablaban de lo sucedido. La sonrisa me
duro varios días y aun hoy, a 12 años de distancia el recordar ese momento me
pone de buen humor.
Esa sensación de triunfo volvería a repetirse varios días después. En total México obtendría seis medallas en esos juegos. El Oro de Soraya Jiménez; las Platas de Noé Hernández en los 20 km caminata y Fernando Platas en clavados; además de los bronces de Joel Sánchez en los 50 km caminata, Cristian Bejarano en Boxeo y Víctor Estrada en Taekwondo.
Esa sensación de triunfo volvería a repetirse varios días después. En total México obtendría seis medallas en esos juegos. El Oro de Soraya Jiménez; las Platas de Noé Hernández en los 20 km caminata y Fernando Platas en clavados; además de los bronces de Joel Sánchez en los 50 km caminata, Cristian Bejarano en Boxeo y Víctor Estrada en Taekwondo.
Mención aparte merece cuando una noche (debido a la
diferencia de horarios) en casa vi cómo Bernardo Segura cruzaba en primer lugar
la meta en una competencia de caminata. Aquella hazaña significaría el segundo
oro para la delegación mexicana en esos juegos. Todo era alegría, no sólo en mi
hogar sino en todo México. Casi media hora después de terminada la competencia,
Bernardo Segura hablaba en vivo con Ernesto Zedillo, entonces presidente de
México, cuando un juez se acercó y descalificó al marchista mexicano, arrebatándole
la gloria deportiva y el oro olímpico. Me enojó tanto lo sucedido que incluso
en unas hojas de papel escribí con plumones de colores varios anuncios que
decían "nos robaron en Sidney 2000". Al otro día los coloqué en
varias zonas de mi universidad. Incluso yo mismo me pegué una en la ropa y la
traje por horas. Nadie me peló ni le regresaron su medalla a México.
De Sidney 2000 tampoco olvido que la encargada de
encender el pebetero fue la deportista australiana de origen aborigen Katy
Freeman. Por cierto, el pebetero salió del agua.
Atenas 2004
Verano del 2004. Venía de uno de los periodos
sentimentales más caóticos de mi vida (y lo que me faltaba), sin embargo el
periodo olímpico me significó una especie de tregua para olvidarme de los líos
románticos y disfrutar las competencias deportivas. Aquellos fueron los juegos
en los que toda la atención del país se centro en Ana Guevara, entonces campeona
mundial de los 400 metros y promesa latente de medalla para la delegación
mexicana. Cada que Ana corría la gente se reunía como si se tratase de un juego
de Copa del Mundo de la Selección.
Al tratarse de mi periodo vacacional antes de entrar al
que sería mi último semestre en la universidad, tuve mucho tiempo libre para
disfrutar la transmisión de la mayoría de las competencias. Para empezar,
recuerdo que la ceremonia de inauguración tuvo la peculiaridad de desarrollarse
en una superficie llena de agua.
En aquellos juegos participó la Selección Mexicana de
Fútbol, pero fue eliminada en la primera ronda. Sin embargo, este sin sabor se
endulzó gracias a las 4 medallas obtenidas por México en esa justa, con las
platas de Ana Gabriela Guevara en los 400 metros femeniles, Belém Guerrero en
Ciclismo de Pista y Óscar Salazar en Taekwondo; además del bronce de Iridia
Salazar en Taekwondo femenil.
A pesar de que Ana Guevara fue derrotada en la final por
Tonique Williams. No obstante, esos segundos de cada una de sus carreras
detuvieron el corazón de todo el país. Después de esos juegos Ana se convirtió
en una leyenda y en una de las mujeres a las que más he admirado en mi vida.
Beijing 2008
Han pasado ya cuatro años desde la última vez que el
mundo vivió unos Juegos Olímpicos de Verano. Hace cuatro años trabajaba en una
agencia de monitoreo y el día de la inauguración llamé al trabajo para decir
que había muerto una tía y debía viajar de emergencia a Veracruz. Ya con el
permiso de ausentarme en la oficina y sin el menor remordimiento por mi
mentira, me dediqué a ver tranquilamente la inauguración de Beijing 2008.
Aquellos juegos los viví a medias. Por un lado tenía que
ir diariamente a trabajar, por lo que muchos eventos los seguí por medio de la
radio, sin embargo hacia hasta lo imposible por ver las finales en las que
algún mexicano se veía inmiscuido.
Al final México obtuvo 3 medallas: una de bronce en clavados sincronizados obtenida por Tatiana Ortiz y Paola
Espinosa; además de dos oros en Tae Kwon Do obtenidas por Guillermo Pérez y
María del Rosario Espinoza.
De esos días me recuerdo enamorado platónicamente de Paola Espinosa, quien por ciento fue la abanderada de la delegación. Después
también me enamoré (a lo idiota porque mido la mitad que ella) de la rusa
Yelena Insibayeva.
Esas semanas no fueron las más felices de mi vida, pero
estuvieron pintadas de verde. De hecho unas horas antes de que María del
Rosario Espinoza ganara la presea dorada asistí a una fatídica fiesta en la que
nadie se percató pero terminé con el corazón roto. Llegué a mi casa
anímicamente molido, pero justo a tiempo para ver el triunfo de María y
arreglarme un poco el corazón.
El día de la clausura vi
impresionado la entrega de estafeta a Londres. Me parece mentira que ya han pasado
cuatro años desde entonces y ahora, sólo faltan unas cuantas horas para el
inicio de unos nuevos Juegos Olímpicos.
***
2 comentarios:
Recuerdo vagamente las caricaturas de cobi, los pepcilindros con la mascota de atlanta en diferentes deporte y un brinco gigantesco hasta la conmoción de la medalla de oro de Soraya y como después fue arrebata de sus manos (no estoy segura del por que).
De Ana Gabriela Guevara convirtiéndose en toda una inspiración y de como Belén regreso de las olimpiadas para enterarse que habían entrado a robar a su casa (Ya ni la muelan). Y como madrugue junto con mi madre en las olimpiadas pasadas para ver la apertura y clausura de Beijing, más sincronizados que reloj suiso.
Y espero, al igual que tu, que estas olimpiadas sean inolvidables.
Un saludo ;)
Ale: Vaya, veo que también guardas buenos recuerdos :) ojalá vengan muchos recuerdos buenos. Por lo pronto y como siempre, gracias por leerme y compartirme lo que has vivido.
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