¿Excitantes,
motivantes, emocionantes? Hay muchas formas de definir lo que ha estado pasando
durante los últimos días en México. Cuando las elecciones presidenciales
parecían más que definidas las cosas han dado un giro sorpresivo.
Todo
comenzó con la desafortunada visita a la Universidad Iberoamericana por parte
de Enrique Peña Nieto, candidato del Partido Revolucionario Institucional a la
presidencia. El mal recibimiento que tuvo por parte de los estudiantes, provocó
unas desafortunadas declaraciones por parte del equipo de campaña del candidato.
Para empeorar las cosas, muchos medios de comunicación minimizaron o no
reportaron los hechos ocurridos en la Ibero. Desde ahí surgió un descontento
generalizado en contra del priísta.
Desde
entonces varios movimientos se han gestado desde la sociedad. La Marcha #YoSoy132,
las marchas #AntiEPN, y movilizaciones a favor de López Obrador han sido
constantes. En general exigen un trato igualitario y justo tanto de políticos
como de medios de comunicación. Que no se esconda la información, que no se
manipule el contenido, que no se mienta.
He
seguido todos estos eventos de manera muy atenta. Difundiendo la información
que creo justa por medio de mi Twitter e informándome lo más que puedo. No he
podido asistir aun a ninguna marcha pero entiendo bien por lo que se lucha.
Ahora bien, ¿cuál es mi postura?
Desde
antes que comenzarán los movimientos en contra de Peña Nieto y el sesgo
informativo, algo me olía mal. No podía (y sigo sin hacerlo) comprender cómo es
posible que el candidato priista tenga tanta ventaja en las encuestas que
diversos medios han presentado. Diferencias de casi 20 puntos con respecto a
los segundos lugares. Según estos muestreos, casi la mitad de los consultados
consideran a Peña Nieto como la mejor opción para que nos gobierne.
Solía
pensar que estos números se aproximaban a la realidad, pero entonces me entraron
las dudas y comencé a sospechar que en todo esto había gato encerrado. Para
empezar, el excesivo número de spots y espectaculares del candidato tanto en
televisión, radio y anuncios espectaculares. Después, preguntando en mis
círculos más cercanos (familia, amigos, compañeros de trabajo) sólo encontré a
una persona que votaría por el PRI. Uno de entre más de 40 personas. Entonces
surgieron las encuestas de diferentes universidades, en donde según los
resultados, Peña Nieto estaba distante del primer lugar. En las redes sociales
el repudio en contra del candidato priísta es total, aplastante diría yo.
Además, las marchas multitudinarias Anti-Peña Nieto hacen que las cuentas nomás
no me cuadren.
Hace
seis años la mitad de mis conocidos votarían por Obrador, la otra por Calderón.
Hoy, sin embargo, lo constante es el rechazo hacia Peña Nieto.
En
honor a la verdad no puede negarse que tanto la juventud, el sector de la
población que tiene acceso a la información vía internet y la gente del DF, no
representan un amplio porcentaje del total de votos. También sé que en zonas de
provincia en donde no hay tanta información la tendencia de votación puede ser
diferente. Incluso las personas mayores pueden tener una opinión muy diferente
a la de los jóvenes. Pero aun así, la diferencia tan abismal que quieren
hacernos creer que lleva Peña Nieto se me hace irreal.
A
últimas fechas he leído constantemente diversos periódicos, así como visto y
escuchado todos los noticieros posibles. Y no, no es ninguna paranoia, verdaderamente
hay información que no es difundida, o se minimiza, o se da de forma incorrecta.
En mi percepción sí se ha protegido a Peña Nieto en los medios. Ni cómo negar
que en Twitter sucede lo mismo. Con boots príistas encargados de incrustar
Trendings Topics a favor de su candidato, o de borrar aquellos que les resultan
desfavorables.
Por
suerte no soy el único que no se traga la farsa que ocurre ante nuestros ojos.
La resistencia que la población ha tenido ya rinde sus frutos. Por más que vaya
en contra de sus intereses, los medios han tenido que mostrarse más abiertos a
informar sobre estos movimientos para mantener su credibilidad. Y por eso todas
estas inconformidades son valiosas. Mientras de a poquito vaya cambiando el
sistema, más pasos daremos hacia la consecución de un mejor país.
Y
así están las cosas. Desconozco en qué parará todo esto, pero el que la
juventud esté despertando me parece más que alentador. Aclaro que soy
apartidista y sigo sin saber por quién votaré, pero eso no me exime de mi
derecho de pedir unas elecciones justas, en donde al final sea el pueblo quién elija
a su gobernante, y no los intereses de unos cuantos.
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