En algún momento de mi vida pensé en ser conductor de
televisión o locutor de radio. Incluso confieso que ingenuamente llegué a
imaginarme estelarizando una película en la que yo hacía el papel de
héroe-galán tipo Fernando Colunga…
(la verdad si me parezco).
Sin embargo, con el paso del tiempo desistí de ese sueño.
No porque fuera gordo y entonces estuviera más feo que ahora. Más bien, me
desencanté en cuanto me di cuenta que tengo “voz de pobre”. Osea, horrible.
Y no, no es que los pobres hablen feo o que yo no me
considere pobre. Es más, el término ni siquiera lo digo con afán racista. De
hecho ni siquiera sé por qué me refiero a mi desagradable voz con ese adjetivo.
El chiste es que nunca me ha gustado.
Soy de esos que cuando escuchan su voz en alguna
grabación o video dicen: ese no soy yo.
¡Y es que es verdad!
Cada que digo algo, juro que me escucho de otra manera.
Según yo tengo una voz normal, que a ratos puede ser seductora, tierna, juvenil
y alivianada, pero enérgica y con un toque de madurez cuando así lo creo
conveniente. El problema viene cuando escucho cómo me oyen los demás… y ahí
viene el bajón, acompañado de esa sensación horrible que uno siente cada que
escucha hablar a Chabelo con su verdadera voz.
¿Me explico? Algo dentro de mí se rompe, como si el
propietario de esa voz que se supone es mía, en realidad fuera quién sabe
quién. El colmo es que cuando me escucho “a mí mismo” me caigo gordo. Tengo la
percepción de que sueno como un gordo-fresa-medio naco-afeminado. Y pus me da
pena imaginar que todo el tiempo quienes me rodean tienen que soplarse las
extrañas resonancias que salen de mis cuerdas vocales.
Para colmo no aprendo. Incluso tuve un programa de radio
hace ya varios años, y ocasionalmente subo videos a este blog en los que
aparezco a cuadro ‘con mi voz de pobre’. Y con esta pesada cruz, queridos
amigos, he tenido que cargar toda mi vida.
Hay veces en las que me encuentro cantando muy animado
mientras hago ‘el quehacer’ o manejando. ¡Hasta me imagino dando conciertos!
Entonces dela nada me acuerdo de mi desgracia y caigo en la cuenta de lo feo
que se escucharía un recital mío. Entonces me detengo de inmediato. Esto tiene
su fundamento: en cierta ocasión (la verdad estaba muy tomado) me puse a cantar
una canción de amor de esas llegadoras… al escuchar la grabación hasta la
borrachera se me quitó cuando me di cuenta que sonaba peor que el José José de
esta época.
Les cuento esto, por si algún día llegan a toparse
conmigo y me escuchan, no se vayan a sacar mucho de onda. Sé que en mis fotografías
aparento una gran virilidad y que lo más normal sería pensar que tengo un
vozarrón, pero la realidad es otra. En caso de que ya me conozcan, ahora saben
que uno de mis más grandes traumas es mi ‘voz de pobre’.
5 comentarios:
Imagino algo así como llamarse la MaLquEridA con su personalidad recia pero tiene voz de ratón. Gajes del oficio.
La verdad a mi me pasa igual, desde que me escuche o.O quede traumada pues no me gusta mi voz, lo bueno que nunca en la vida se me a hecho algun comentario al respecto... creo que tengo voz de niña fresa, en fin. Yo te conoci y me agrado tu voz asi que nada que ver con José J. pero me hiciste reir :)
ANGELICA
Malquerida: Jajaja, en efecto, gajes del oficio. Gracias por pasar a este humilde blog, vuelve cuando quieras ;)
Angelica: Gracias, es que ese día intenté no hablar como ardillita. Un abrazo.
Aaah yo tambien detesto mi voz, me identifico contigo lguna vez pense eso de mi pero cuando me escucho pffff mi autoestima decae hasta el suelo.a veces doy un suspiro de alivio cuando escribes tus experiencias y me doy cuenta que no soy la unica con traumas o complejos.por cierto es chido leerte.
Me da tanta verguenza mi voz que mejor me pongo anonima ejej.
Anónima: Pues igual y a los demás tu voz no les parece desagradable. A veces solemos hacernos auto prejuicios.
Gracias por leerme :D
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